En un pequeño local de calle Tucumán 183, Atilio Martínez abrió hace 13 años una agencia de loterías y quinielas. La llamó La Casa de la Suerte y el nombre se hizo realidad el 15 de diciembre de 1997 cuando una boleta de Quini Seis por él vendida se convirtió en la única ganadora del pozo de 6 millones sorteado ese día. Rápidamente se supo quién era el afortunado apostador: José Angel Dolza, el hombre que a sólo unas cuadras de la agencia tenía una panadería familiar y el que, desde entonces cambió su vida. "En aquel momento fue una alegría muy grande, fue el primer y único premio que vendí en estos 13 años. Vinieron los medios de todo el país y uno se expuso mucho. Pero de lo de ahora no quiero hablar", comentó Martínez. Sin embargo, el hombre poco a poco se va abriendo y dice que el hacendado secuestrado "sigue jugando la misma tarjeta que le permitió ganar los 6 millones. Por ahí no viene pero yo sé que él todavía la juega y se la paso. Después viene y me paga de a dos o tres jugadas". Martínez también reconoce que don Dolza "de vez en cuando se juega algún numerito a la quiniela" pero aclara que "no es un jugador empedernido o compulsivo". Acerca de la familia, el agenciero es cauto: "Qué quiere que le diga, yo no creo que sus hijos tengan algo que ver. Son buena gente, yo lo conozco muy bien a ellos y soy amigo de Darío, el pibe mayor, no creo que ellos se metan en algo así".
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