Uno de los pescadores entrevistados por La Capital contó que hace unas semanas "vino un acopiador de Rosario que luego de cargar todo el pescado que traje -40 kilos de surubí, 40 de armado, 30 de boga y 30 sábalos- me dijo que se había quedado sin plata, pero que al otro día me pagaba. Por zonzo no le dije nada", dijo. El pescador agregó que a los pocos días "me presenté a cobrarle y me volvió a decir que no tenía plata pero que le venda de nuevo. Como me negué se fue con la promesa de regresar al otro día. Esa fue la última vez que lo vi, pero de su chata blanca con un surubí dibujado en la caja de acero inoxidable no me olvido más", sostuvo el engañado pescador.
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