Año CXXXIV
 Nº 49.080
Rosario,
sábado  07 de
abril de 2001
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La actriz está convencida de que "Gran Hermano" deja un mensaje positivo para la sociedad
Soledad Silveyra: "Los voyeurs son una minoría absoluta"
La conductora del reality show dijo que la gente se engancha por el atractivo que ejerce lo cotidiano

Ricardo Luque

Después del suceso de "Campeones", Soledad Silveyra decidió tomar un descanso de la actuación en televisión. Sin embargo, no desapareció de la pantalla. La intérprete, que se hizo famosa gracias a telenovelas tales como "Rolando Rivas, taxista" y "Piel naranja", aceptó ser la conductora de "Gran Hermano", el reality show que emite Canal 5 y que se convirtió, tal como sucedió en cada país donde se emitió el formato, en un fenómeno que trasciende los límites del universo mediático.
A un año de la protesta que reclamaba "los actores queremos actuar", Silveyra no dudó en transitar, tal como ya lo había hecho antes con "Utilísima", un terreno pantanoso. "Lo primero que hice fue chequear si Telefé, y la televisión en general, tenía más programación de ficción que el año pasado y, gracias a Dios, el resultado fue positivo", reveló a Escenario la actriz, y confesó: "Si no hubiera sido así me hubiera sido muy difícil tomar la decisión de trabajar en el programa, por suerte las cosas en la televisión cambiaron".
-"Gran Hermano" cumple un mes en el aire, ¿qué balance hacés del programa?
- Desde el punto de vista personal, es toda una experiencia. Estoy trabajando con tres miradas diferentes: con los chicos, con el público y con las familias, y eso me implica una búsqueda de a quién me dirijo en cada momento que me está haciendo crecer. Cada programa me siento mejor, más cómoda en mi rol. Ahora, en relación al producto, creo que si la gente escuchara las cosas que dicen los chicos, más allá de las conversaciones escatológicas o del sexo, creo que se daría cuenta que dicen mucho. Dicen mucho a nivel social, hablando de su país, hablando de personajes, desenmascarando cosas. Creo que, en ese sentido, puede ser importante. Me sorprende como los jóvenes, y sobre todo los más chicos, ven "Gran Hermano".
-¿Te parece que el grupo de jóvenes que participa del programa es una muestra representativa de la sociedad?
-En principio, hay que tener en cuenta que se trata de gente que se presentó a un casting y eso marca un perfil, verdad, porque un tachero de golpe no puede dejar la casa, los hijos tres meses y meterse a hacer el programa. Esto es un juego, la gente se presentó a un casting y de esas 25 mil personas quedó este grupo, que creo que en parte sí es un reflejo de lo que sucede en la sociedad. En muchos de los temas que tocan los chicos se percibe, se siente, el pulso de lo que le pasa en el país. Así y todo, no te puedo decir que es una muestra representativa porque no está representada toda la sociedad. Lograr eso, además, es muy difícil.
-¿Por qué al público le cuesta tanto creer que lo que se vive en la casa sucede realmente y piensa que está preparado para las cámaras?
-Al público le cuesta creer que haya gente que va a la televisión a contar sus cosas, sobre todo cuando queda tan claro el gran atractivo que ejerce lo cotidiano, y eso, claro, va más allá del voyeurismo, del interés que puede despertar el erotismo, porque para mí la gente que sigue el programa para ver qué pasa con eso es una minoría absoluta.
-Pero da la impresión de que los espectadores de "Gran Hermano" sienten una curiosidad morbosa por ver qué pasa en la casa.
-No sé si morbosa, yo lo veo desde un punto de vista más antropológico, trato de analizar por qué pasa lo que pasa con los chicos que están en la casa, no estoy esperando ver como se acerca uno al otro, sino trato de entender sus conductas, cómo reaccionan ante las distintas situaciones que se dan en la casa.
-¿Tuviste oportunidad de sacar alguna conclusión a esta altura de la observación?
-Después de un mes de convivencia en la casa se empiezan a caer las máscaras y, al mismo tiempo, empieza a haber una cierta angustia, real, que va más allá de los llantos de los primeros días. Pareciera que los valores éticos que tenía el grupo cuando comenzó el programa pueden degradarse con la convivencia. Ojalá que no sea así, pero esto sucede generalmente. Uno tiene que ganar, entonces se plantea la cuestión de cómo hacerlo, de cómo mantener un discurso honesto si al mismo tiempo se está compitiendo. Este, creo, es el gran gancho que tiene el programa. La tensión que se genera frente a este dilema.
-De todos modos, la base de una competencia sana es la honestidad.
-Exacto. Cuando ellos se ponen a hacer pactos con vistas a las nominaciones están quebrando las reglas del juego y el Gran Hermano tiene que decirles que eso no se puede hacer. Se tendió en algún momento a conspirar y ese es un reflejo de lo humano, de lo social.
-Si no estuvieras involucrada en el proyecto, ¿verías "Gran Hermano"?
-No. Supongo que no. No, porque veo Films & Art todo el día. Ahora, como tengo que hacer "Gran Hermano", obviamente estoy con Direct TV, porque tengo que saber qué pasa en la casa para poder conducir el programa con fluidez.
-Y cómo te llevás con la contradicción de saber que si no condujeras el programa no lo verías.
-No te digo que no lo vería, no lo seguiría como lo hago ahora, no me sentaría a verlo, pero la media hora de las ocho y media la vería. No es que no sólo no vería "Gran Hermano", en general no veo mucha televisión. Soy una mujer hiperactiva a la que le queda poco tiempo para sentarse a ver televisión.
-Está claro que la presencia de las cámaras determina la conducta de los participantes. ¿Vos creés que en algún momento se olvidan de que los están mirando?
-Más que olvidarse hay momentos en que, como saben que están compitiendo, tienen que jugarse. Si no fuera así se paralizarían. No les queda otra que buscar su parte más verdadera, sino cómo sobrevivirían, se terminarían aislando. No creo que se olviden de las cámaras, creo que la comunicación es absolutamente necesaria, en "Gran Hermano", que es un juego, y en la vida.
-¿Te parece acertado que haber elegido a una actriz para la conducción del programa? Es decir, no creés que la gente puede pensar que cuando llorás estás actuando...
-Yo creo que no. Eso habría que preguntárselo a un productor, pero creo que más que por actriz me eligieron porque soy madre, porque tengo capacidad de contención, porque vivo la vida intensamente y puedo equilibrar las dos cosas. También por la sinceridad.
-¿Por qué te parece que la gente se engancha tanto con los reality shows? ¿Por la novedad o hay alguna razón más profunda?
-Esto pasa en todos los lugares del mundo y creo que es así porque genera un espacio donde la gente puede decir cosas que habitualmente no puede decir. Supongo que esto a algunos padres los inquietará, que estarán preocupados a partir de lo que largan los chicos en el programa, pero me parece que puede ser un disparador para la gente que no se anima a algunas cosas.
-Vos pensás que la gente que no se anima a vivir o a decir ciertas cosas lo hace a través de los participantes del programa. ¡Pobre la vida de los que vemos el programa!
-Hay valores dentro del programa que son respetables, son historias de vida, con las que uno se puede identificar y otras no. Escucho gente que dice "yo no estaría ahí ni loco, pero igual veo el programa". Me parece que hay un ejercicio de la vida que tienen que hacer los chicos ahí adentro que me parece que no hace nada mal a la sociedad.
-¿Estás de acuerdo con que, tal como se asegura, "Gran Hermano" y los reality show en general incentivan el individualismo?
-No se ve eso en el programa. La mayor lucha que tiene la gente del programa es soportar que esa fuerza de grupo que forman se vaya destruyendo. Si fuera por ellos no existirían las nominaciones. Tienen el pie de Gran Hermano encima de la cabeza. Lo más doloroso es que las nominaciones los obligan a eliminarse entre ellos. Igual, hay que tener en cuenta que esto es un juego, si después la gente lo quiere llevar a otro plano, bueno, pero desde el punto de vista ético aparece cada uno en la televisión que estos chicos al lado de esos son un baluarte...
-¿Cuál es la televisión que aborrecés?
-No aborrezco a nadie, porque respeto a todo el mundo, pero me molesta cuando no puedo encontrar en la televisión un término medio. O me voy a Rodrigo o a Canal 7. Eso es lo que me molesta, como subimos el nivel de un lado y la bajamos de otro. Me parece que la televisión tiene que encontrar un equilibrio entre la bailanta y programas como "En la vía" de Canal 7.
-¿Pensás que los reality shows son una moda pasajera o van quedar como un género establecido de la televisión, como son, por ejemplo, las telenovelas o los talk shows?
-Todo se va decantando, hoy es una moda en el mundo, estamos globalizados no te olvides, pero con el correr del tiempo se van a ir reacomodando. No me parece que, como algunos pronostican, toda la televisión se vaya a convertir en un reality show.



"El Gran Hermano" fue un nuevo desafío para Solita.
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