Sergio M. Naymark
Las Varillas (enviado especial).- Para la fiscalía a cargo de Francisco Márquez, quien lleva adelante la investigación del secuestro del hacendado José Angel Dolza, "todas las hipótesis que se manejan para esclarecer el hecho conducen al núcleo familiar de la víctima y en especial a la vida de su hijo menor" aunque reconocen que "hasta el momento no hay elementos de prueba que permitan llegar a alguna conclusión e imputar a alguna persona por la privación ilegítima de la libertad". Con palabras menos técnicas y con muchas historias que condimentan la convulsiva vida familiar de los Dolza, la línea investigativa del fiscal es sostenida en cada esquina, en cada bar y en cada sitio de esta ciudad por los vecinos que siguen con su vida cansina de puertas abiertas e invadida cada tanto por los medios de comunicación del país ante atrayentes noticias.
Lo cierto es que esta ciudad ubicada a 260 kilómetros al noroeste de Rosario pasó a ser centro de atención nacional el último miércoles de marzo pasado cuando José Angel Dolza fue secuestrado durante 24 horas por un grupo de hombres que lo interceptaron cuando viajaba hacia su campo de la localidad de La Playosa, lo amenazaron y lo mantuvieron escondido. Un día más tarde y sin que aparentemente se pidiera rescate alguno, el hacendado que ganó el Quini 6 el 15 de diciembre de 1997 fue liberado sano y salvo en la localidad santafesina de San José de la Esquina.
Desde entonces se tejieron un sinfín de hipótesis aunadas en un solo fin: la fortuna que Dolza aún guarda y que está estimada en 2 millones de pesos en plazos fijos y 400 mil pesos en caja de ahorro. En cuanto a quienes llevaron adelante el secuestro, todos los caminos conducen al entorno familiar del secuestrado.
Según fuentes de la fiscalía, la propia esposa de Dolza habría dicho en su primera declaración (cuando aún su marido no había aparecido) que "esto es cosa de alguno de los chicos". Esa afirmación habría llevado a los investigadores, con el fiscal Márquez a la cabeza, a posar sus miradas sobre Darío y Mario Dolza, especialmente sobre este último, y los movimientos de ambos en los días previos al secuestro.
Consultadas fuentes de la investigación sobre los motivos que llevan a sospechar de los hijos de Dolza, se limitaron a decir que "es vox populi que la relación familiar no era de las mejores y que los muchachos tenían algunas dificultades económicas que el padre aparentemente no les ayudaba a solucionar a pesar del dinero que aún tiene".
En otro orden, el fiscal no había recibido anoche las sábanas detalladas que tienen que enviarles las empresas telefónicas para rastrear el movimiento de llamadas desde y hacia los teléfonos fijos y celulares de los integrantes de la familia. "Ese va a ser un elemento importante en la investigación pero no determinante. Quizás se puedan efectuar algunos cruces de llamadas que nos permitan avanzar en el esclarecimiento del hecho pero no puedo adelantar los resultados hasta no tener esos documentos en mi poder", manifestó ayer el funcionario judicial.
En tanto Márquez, quien tiene asiento en Villa María, estuvo la mañana del martes en Las Varillas tomando declaraciones ampliatorias a los integrantes de la familia Dolza y a personas allegadas, entre ellas a una parapsicóloga a la que el hacendado recurría de vez en cuando en busca de soluciones a sus constantes problemas y roces familiares. "Estamos bajo un estricto secreto de sumario y no puedo adelantar nada de lo que va surgiendo de esas diligencias", comentó el fiscal.
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La Ciudad
