El astigmatismo es un problema visual que lo padece más del 90% de las personas. Se caracteriza por tener la córnea en forma ovalada o de balón de rugby, en vez de esférica como en el ojo normal. Esto provoca una visión distorsionada tanto de lejos como de cerca, debido a que la focalización de las imágenes se produce en dos planos diferentes. En consecuencia, el ojo astigmático ve distinto según la orientación, en comparación con la miopía y la hipermetropía, que ven por igual en todos los sentidos.
Generalmente nuestros ojos tienen un ligero componente astigmático que en la mayoría de las ocasiones no necesita corrección, a no ser que no haya buena visión o se produzca cansancio ocular, cefaleas o molestias de otro tipo que haga necesaria su corrección.
La solución depende de su magnitud y la existencia de otras anomalías refractivas como la miopía y la hipermetropía, que conjugadas con el astigmatismo disminuyen considerablemente la agudeza visual.
Aparece en edades tempranas de la vida, no tiende a evolucionar y se estabiliza al acabar el crecimiento, por lo tanto es estable, y si varía, lo hace en forma muy leve. En ocasiones los astigmatismos no se ponen de manifiesto hasta que se dan factores como la edad o un cambio de ocupación, etcétera.
Una forma adquirida con gran relevancia en la actualidad es el astigmatismo posquirúrgico, especialmente referido a la cirugía de catarata y trasplante de córnea. Se produce por los puntos de sutura tensos, y puede ser modulados por la extracción selectiva de estas suturas o por incisiones pequeñas.
Aunque la córnea y el cristalino son las estructuras oculares donde el astigmatismo aparece con más frecuencia, las tres cuartas partes de las personas lo padecen en la córnea.
Hay diferentes tipos de astigmatismos. Algunos son habituales en los jóvenes y otros en los mayores. Otras formas son simples y compuestas, y pueden estar asociadas a miopías e hipermetropías.
También existen patologías muy específicas donde el astigmatismo aparece como característica, siendo necesario para su solución diferentes métodos de corrección de acuerdo al grado del defecto.
Desde una perspectiva orgánica, entendiendo el problema visual no patológico, es decir no debido a una enfermedad o lesión, hay un astigmatismo de tipo funcional que aparece a través del desarrollo y la influencia del medio en que el individuo se desenvuelve. Sus inicios podrían desarrollarse tras un largo período de tiempo en que el niño persiste en utilizar malos hábitos posturales: torcer la cabeza al mirar de lejos o de cerca, o cuando desarrolla su actividad en entornos con una irregular distribución de la luz.
Síntomas
Los síntomas varían, dependiendo de la cantidad y del tipo de astigmatismo. Como afecta tanto a la visión de lejos como la de cerca, produce molestias a la luz, dolores de nuca, de cabeza, de frente, picor, escozor y enrojecimiento de ojos.
A veces, una ligera inclinación lateral de cabeza al mirar de lejos o de cerca, puede indicar la presencia de astigmatismo porque el sistema visual intenta compensarlo mediante este movimiento. El mover los ojos más rápidamente que la cabeza, en una dirección del campo visual y en otra dirección, mover más la cabeza que los ojos, al seguir el desplazamiento de un objeto, es un signo típico previo al desarrollo del astigmatismo.
Es necesario recalcar también que los astigmatismos corregidos con gafas por primera vez suelen producir ligeras molestias iniciales, como pequeños vértigos pasajeros, ver los objetos nítidos pero deformados en alguna dirección, etcétera. El cerebro debe habituarse a la nueva imagen recibida, y necesita un nuevo tiempo para ello, dependiendo del grado del astigmatismo. Estas molestias desaparecen al cabo de unos días de uso de la corrección.
Gafas correctoras
Como todas las personas, incluso las que ven mal, construyen la realidad a partir de lo que perciben. Las gafas graduadas provocan un cambio apreciable en lo percibido. Esta transformación de la realidad subjetiva puede romper el equilibrio entre el organismo y el espacio en el que se desenvuelve. Con sus nuevas gafas, la persona tiene la sensación de hallarse insegura frente a algo que parece cambiado y cambiante.
Cuando la graduación de los lentes es baja, si la visión conjunta y coordinada de ambos ojos es normal y no existen trastornos en la motricidad general y en el equilibrio, la adaptación a la nueva graduación es cuestión de poco tiempo.
Si la graduación prescripta es elevada, ya sea en las primeras gafas o en la sustitución de las mismas respecto de las anteriores, los cambios percibidos son tan grandes que se exige un proceso de readaptación a ver. En la mayoría de los casos, el cerebro, de forma lenta pero eficaz, empieza a integrar la información percibida tras los nuevos lentes, desarrollando e interrelacionando el sentido visual dominante con las demás sensaciones orgánicas.
A menudo, personas con astigmatismo que nunca han llevado gafas o no las llevan correctamente graduadas, podrán mantener una determinada inclinación de cuello y cabeza tendiente a compensar el problema. Cuando se colocan las gafas y el astigmatismo queda neutralizado, se encuentran que ven más nítido pero se marean, siendo necesario un tiempo para modificar los hábitos posturales, hasta lograr la visión natural.
Lentes de contacto
En la actualidad es posible corregir los astigmatismos con lentes de contacto. Si la cantidad de astigmatismo es baja, la corrección con lentes de contacto no será adecuada, a no ser que esté combinado con miopías o hipermetropías mayores a 2 dioptrías.
Si el astigmatismo es considerablemente alto se adaptarán lentes de contacto blandas tóricas, e incluso puede corregirse con lentes flexibles. Al recordar que el problema del astigmatismo surge por una forma especial de la córnea, si colocamos una lente blanda, ésta tomara la forma de la córnea, manteniéndose el problema. Si colocamos una flexible, ésta no se deforma, rellenándose el espacio entre la lentilla y la córnea de líquido lagrimal, que hace el efecto de lente, creando una nueva córnea esférica, es decir sin astigmatismo.
Hoy las lentes de contacto flexibles gas permeable ofrecen muchas ventajas para los ojos. En un ambiente cerrado, frente a la falta de oxígeno, el ojo se enrojece y la comodidad de usar lentes de contacto se desvanece.
Estas lentes de contacto oxigenan mucho mejor los ojos que los lentes blandos. Permiten un uso más confortable por mayor tiempo. Son más económicas porque pueden durar, en buenas condiciones, durante años, teniendo los cuidados necesarios.
Estas lentes además son más fáciles de mantener limpias, ya que las sales y lípidos de la lágrima que se depositan en la lente son más fácilmente removidos que en las lentes blandas, simplemente utilizando un solo producto específico.
Existen actualmente lentes de contacto gas permeable con bloqueador de rayos ultravioletas que absorben los rayos UVA y UVB, aunque serán necesarios anteojos de sol con buenos filtros para una protección integral.
(*) Contactóloga