Robert De Niro está más allá del bien y del mal. Nunca se sabe cuál será su nueva película, si una gran producción hollywoodense o un emprendimiento independiente. Lo mismo pasa con sus papeles, puede ser un mafioso de poca monta, como en "Triple traición", o un avinagrado señor que odia los dibujitos animados en "Las aventuras de Rocky y Bullwinkle". En "Hombres de honor", que se estrena mañana en los cines de Rosario, De Niro es un viejo gruñón, de profesión buzo de la marina de Estados Unidos.
En "Hombres de honor", Robert De Niro es Billy Sunday, un buzo de la marina con una carrera brillante y un historial de mal comportamiento. Ha envejecido pero no ha perdido las mañas. Ahora, además, tiene la oportunidad de mofarse de los jóvenes reclutas que llegan a la Escuela de Buceo, donde Sunday es el oficial de entrenamiento.
A la escuela llega un joven negro del campo. Es un campesino de Kentucky con una impresionante fuerza de voluntad. "Sé el mejor", es la consigna que domina la vida de Carl Brashear, interpretado en la película por Cuba Gooding Jr..
Como todo el mundo, De Niro envejece y por eso, aunque en su caso se note menos, comienzan a limitarse sus papeles. Es la segunda vez que en los últimos tiempos interpreta a un viejo gruñón. En "La familia de mi novia" fue un agente de la CIA que se dedicaba, en clave de comedia, a investigar a su futuro yerno, interpretado por Ben Stiller. De Niro mostró nuevamente su talento y consiguió divertir pero también alarmar, ya que le dio a su personaje un matiz siniestro, propio de las agencias de gobierno que se encargan de vigilar las vidas ajenas.
El arte de parodiarse
Esa misma capacidad risueña la mostró en "Analízame", junto a Billy Cristal. Allí entró en la comedia con el desafío de parodiarse. Es un gángster que decide ir al psicoanalista. Su visión del mundo produce la risa de inmediato porque contrasta con todas las buenas intenciones de la terapia. Parodiar un trabajo anterior es una prueba que no todos los actores resisten y en más de un caso quedan del lado del patetismo, como Linda Blair en "¿Y dónde está el exorcista?", en la que toma en solfa su papel de poseída que la catapultó a la fama en "El exorcista" de William Friedkin.
A pesar de su gigantesca filmografía De Niro tiene la marca de uno de los grandes directores de todos los tiempos, Martin Scorsese. Fue con "El toro salvaje", de Scorsese, que ganó su Oscar a actor protagónico, y también un sitio en el cielo de los grandes personajes de Hollywood con el ex combatiente en "Taxidriver", que tras mostrarse como un peligro público se transforma en un héroe al salvar a una niñita, interpretada por Jodie Foster, de la prostitución infantil.
También trabajó una y otra vez con Brian De Palma. Con él hizo su primer papel en el cine, en "The Wedding Party" (1969), repitió en el 70 con "Hola mamá" y en el 87 hizo la adaptación de la serie "Los intocables" a la pantalla grande. Con Bernardo Bertolucci filmó "Novecento", una de las mejores películas sobre el fascismo. En "El padrino II" se llevó su primer Oscar al interpretar al joven Vito Corleone. Con Elia Kazan filmó "El último magnate", basada en una novela de Francis Scott Fitzgerald. La amistad con Kazan perduró más allá de la película y hace dos años enfrentó a muchos de sus colegas cuando presentó al director en el homenaje que se le rindió en la entrega del Oscar. Kazan, elogiado por su virtuosismo como realizador, denunció en los 50 a muchos de sus colegas por comunistas en la caza de brujas llevada a cabo por el senador McCarthy en los Estados Unidos, por lo cual una gran cantidad de gente de Hollywood quedó sin trabajo.
Kazan no fue silbado en esa oportunidad, pero hubo mucha gente que no lo aplaudió y censuró el respaldo ofrecido por Scorsese y De Niro. Sin embargo, el actor ignoró las críticas y volvió a sumergir la cabeza en el trabajo, seguro de que los grandes intérpretes trascienden las polémicas de su tiempo.
El perfecto realista
De Niro es enemigo de hablar de su trabajo. Trata de no conceder entrevistas y cuando lo hace es habitual su parquedad. Sin embargo, es sabido su obsesión a la hora de elegir los papeles y el trabajo extraordinario que pone para componer a los personajes. Desde la rapada que se hizo para "Taxidriver" hasta las lecciones de boxeo, y el engorde de 20 kilos, para interpretar al púgil Jack LaMotta en "Toro salvaje", de Martin Scorsese. Para "New York, New York" aprendió a tocar el saxo, que era el instrumento que ejecutaba el personaje que tenía que crear.
Esta forma de trabajar le ha traído siempre problemas de De Niro. Por eso formó su propia compañía productora, Tribeca, en 1988. En la compañía se animó también a dirigir y su primer filme en ese rol se llamó "Un cuento del Bronx".
La elogiada "Cabo de miedo", por la que De Niro fue nominado como actor, se hizo a través de su empresa. En ella interpreta a un ex convicto que aterroriza a una familia.
Para los directores, salvo que sean sus amigos, como es el caso de Scorsese, De Niro se presenta como un hueso duro de roer. George Tillman, el realizador de "Hombres de honor", aseguró que esa es la impresión que se tiene antes de comenzar a trabajar con el actor. "Desde luego que Robert De Niro tiene una tremenda filmografía, que podía ser intimidante pero, en cambio, me hizo sentir más cómodo como director. Respeto que siempre quiere intentar algo distinto, algo nuevo. Su personaje tiene la dinámica de ser racista pero también tiene otras dinámicas. De Niro le aporta una gran dimensión a lo que ya estaba escrito en el guión", aseguró Tillman.
En "Hombres de honor" De Niro es la coestrella de Cuba Gooding Jr. La decisión de hacer la película se debe a la particular vida de los buzos, comentó brevemente De Niro. "Esta es una habilidad muy especializada. Es gente que arriesga su vida trabajando en lugares del mar donde cayeron aviones y rescatan lo que pueden", dijo para explicar cómo es su personaje, que tiene una curiosa evolución, desde ser racista hasta ayudar a un buzo negro que ha tenido un accidente.
La historia se basa en un caso real. El buzo aún vive y fue consultado sobre su experiencia para armar el guión y también muchos de sus colegas dieron sus opiniones para que la película tenga el mayor grado de realismo posible.
Como en sus otras películas, De Niro estudió su personaje y trató de aprender cuanto pudiese sobre los buzos, aunque como instructor no se viese en la obligación de tener que sumergirse todo el tiempo.
El resultado del trabajo del actor de "Taxidriver" seguramente se colocará otra vez entre lo mejor de la película. Casi nadie puede recordar algún filme donde De Niro no haya cumplido. Para él no hay películas menores o de ocasión. Se brinda ciento por ciento en cada cinta. Y si bien en "Hombres de honor" el peso de la historia recae más en el personaje de Cuba Gooding Jr., el certificado de calidad es asunto exclusivo de De Niro.