Año 49.067
 Nº CXXXIV
Rosario,
domingo  25 de
marzo de 2001
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El regreso
Llach: "Lo fiscal no se resuelve sin reactivar"
Esa es la idea fuerza de Domingo Cavallo, según lo afirmó quien fuera su viceministro

Jorge Kaplán

"Cavallo piensa que si no se reactiva la economía es imposible cerrar la brecha fiscal. La condición primera y fundamental es reactivar la economía". Así lo afirmó Juan José Llach, ex ministro de Educación durante el primer tramo de la gestión de Fernando de la Rúa, integrante del centro de estudios de la Fundación Mediterránea e íntimo de Domingo Cavallo a quien secundó en el Ministerio de Economía durante la década del 90.
En diálogo con La Capital, Llach defendió la política arancelaria que propone Cavallo ya que "el problema de la apreciación cambiaria afecta principalmente a los que compiten con el exterior". Esta política tratará a cada sector selectivamente ya que "para salir de esto hay que dar prioridad en la rebaja de costos a estos sectores".
El ex ministro pasó por Rosario para dictar una conferencia organizada por el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (Iaef) en la cual explicó que que más allá de haber una serie de hechos económicos concretos y reales que provocan la recesión, "hoy el corazón de los problemas de la economía argentina pasa por lo político".
-¿Cuáles cree que serán las principales líneas de acción de Cavallo?
-No estoy al tanto de los detalles, pero por lo que lo conozco a él creo que primero que nada piensa que si no se reactiva la economía es imposible cerrar la brecha fiscal. La condición primera y fundamental es reactivar la economía. Eso no quiere decir que no haya que cerrar la brecha fiscal, sino que su pensamiento hoy es que primero hay que levantar la economía. En segundo lugar, él hizo un reconocimiento muy importante: estimó que hay un 20% de sobrevaloración del peso, producto de que el dólar se ha sobrevalorado en el mundo. Seguramente en el futuro se va a desvalorizar el dólar y allí vamos a tener una devaluación gratis. Hasta tanto eso ocurra lo que plantea es muy claro: hay que bajar costos, desregular, y también atacar todos los núcleos de evasión, de contrabando y corrupción, que también son fuentes de déficit. Conozco bien el caso de la educación donde hay un costo burocrático por corruptelas que llegan a los 1.000 millones.
-Cavallo habló de trabajar sector por sector con los aranceles, ¿cómo cree que se implementará?
-Lo que yo interpreto de lo que dijo es que el problema de la apreciación cambiaria afecta principalmente a los que compiten con el exterior. Para salir de esto hay que dar prioridad -entiendo que transitoriamente- en una rebaja de costos para los sectores que tienen que competir con el exterior. A veces el excesivo purismo económico considera esto inadecuado porque dice -con alguna razón- que todos los sectores tienen que ser tratados por igual. Eso como esquema de tipo permanente a la larga se tiene que dar, pero en una coyuntura como esta en la cual la Argentina ha sufrido un shock externo tremendo (crisis externas, depreciación de los commodities, sobrevaluación del dólar, devaluación de Brasil), es totalmente lógico y legítimo, hasta políticamente diría, darle la prioridad a los que compiten.
-Hay industriales locales que producen bienes de capital que están preocupados.
-Es importante también desarrollar una buena industria de bienes de capital. Lo que Cavallo planteó es bajar a cero el arancel pero darle un reintegro, o sea que en el fondo quedarían iguales por lo que podrían vender al mismo precio, pero a su vez para el que compra el bien de capital se le abarataría. El que compra lo va a poder hacer más barato, pero el que vende al tener reintegro lo podrá vender al mismo precio.
-¿Cómo califica conceptualmente el plan?
-Mi impresión es que hay dos componentes. Uno es el énfasis puesto en la reactivación. Poner a la reactivación como prioridad por delante inclusive de lo fiscal, no por considerarlo poco importante sino por considerar que lo fiscal no se puede resolver en tanto no haya reactivación.
La reactivación sería el aspecto demandista que tiene Cavallo, de dar importancia a la demanda, que haya un buen nivel de demanda en la economía. Eso quiere decir reactivar. Hoy está muy deprimida la economía en gran medida por la confusión política que hay, la gente está cautelosa, no toma crédito, no invierte, no gasta, eso es una característica que hace a una depresión económica.
El otro es el aspecto ofertista, que no es como algunos dicen que es como en la época de Reagan cuando bajó el impuesto a las ganancias. Acá es bajar todo lo que es costo de producción en el sentido de mejorar las condiciones de oferta. Que la economía pueda aumentar la oferta de sus bienes tanto para el mercado interno como para la exportación.
Este demandismo y ofertismo es lo que lo coloca a Cavallo en una situación peculiar. Normalmente los demandistas que son de origen keynesiano en su mayoría, no le dan importancia a la oferta. En cambio los neoclásicos le dan más importancia a la oferta. La peculiaridad del proyecto de Cavallo es que une estas dos cosas. Una visión de que la demanda es importante y al mismo tiempo reconocer que es importante la oferta.
Su aspecto demandista pone énfasis en la reactivación, pero la reactivación es un arma de corto plazo. El aspecto de oferta es lo fundamental porque es lo que genera las condiciones de crecimiento, genera oportunidades de inversión para crecer.
-¿Estas ideas tienen contacto con lo que hizo Bill Clinton durante los 90 en EEUU?
-Es muy difícil comparar, pero puede tener algunas similitudes porque en general fue una administración que le dio importancia a los dos aspectos. Ahora lo interesante de la experiencia de Clinton, no tanto por voluntad de él sino también por Alan Greenspan y las leyes que votó el Congreso, es que terminó teniendo superávit fiscal, luego de haber generado las condiciones de crecimiento.
-¿En qué se equivocó López Murphy?
-(...) Puede ser que haya habido de parte de él un error de apreciación política, acerca de cuál iba a ser el grado de reacción que iban a generar sus propuestas, y también quizás desde el punto de vista de la comunicación. Si bien en definitiva no era su intención disminuir los recursos para la educación básica, la manera en que fueron presentadas todas las cuestiones del fondo de incentivo docente y demás, fueron entendidas de esa manera. Yo lo lamento mucho porque es una persona de una gran capacidad, honestidad intelectual e integridad moral.
-¿López Murphy pecó de un exceso de purismo?
-Hubo un error de apreciación de la parte política y de la comunicación. El mensaje que López Murphy pasó creo que es válido -no en lo de educación- sino que él plantea que acá hay un problema de gasto público y la Argentina lo tiene. O sea que más allá de las circunstancias de que hay que reactivar, la Argentina tiene que llevar una política extremadamente austera del gasto público.
-¿Cómo puede implementarse algo así sin generar conflictividad?
-Así como de la crisis de la hiperinflación, la gente aprendió a valorar la estabilidad y la internalizó, también es bastante probable que de esta crisis la Argentina aprenda que tiene que tener buenas políticas de competitividad, y buenas políticas de transparencia del gasto. Que se reestablezca un principio que es esencial para el funcionamiento de una democracia que es que el que gasta sea el que recaude y que el ciudadano sea el que en definitiva decida si le da o no los pesos al gobierno para que los gaste. Esto no funciona bien en la Argentina y se necesita una reforma. Y creo que la situación ha llegado a tal nivel que soy optimista, en el sentido de que se pueda repetir un ciclo como el anterior. Que el aprendizaje lleve a replantear a fondo los costos de la política y el hecho de que en definitiva el poder lo tiene que tener el ciudadano y para ello hay que tener un buen sistema impositivo, una absoluta transparencia del gasto, y que el ciudadano haga valer su poder en las elecciones. Pero para eso el que gasta tiene que ser el que recaude y esto en la Argentina de hoy no ocurre porque tenemos un muy mal sistema de coparticipación federal que hace que la responsabilidad fiscal quede completamente diluida. Es como de nadie y aparte los ciudadanos no tienen la menor idea de para qué pagan los impuestos, adónde va esa plata.
-Tampoco tiene muchas herramientas para controlar.
-Por eso hay que hacer reformas institucionales, para que lo que se debata en cada elección sea eso: la gran herramienta de la construcción de la democracia es un buen presupuesto y eso no funciona bien en la Argentina, y eso es lo que nos ha llevado a esta crisis recurrente de la parte fiscal.


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