Gustavo Conti
Pese a que el hincha en estado natural (entiéndase, con la adrenalina encima durante los 90 minutos) es el ser menos reflexivo y más egoísta de todos, esta vez la nueva frustración de Newell's puede leerse perfectamente a partir de su manifestación masiva, en los diferentes lapsos de un 0 a 0 de local ante un mezquino Gimnasia, que agrega un peso extra a un plantel que en este Clausura parece, ya a esta altura, en precarias condiciones de lograr aunque más no sea alguna clasificación copera. A los 35 minutos de un soporífero primer tiempo, la masa leprosa cantó por primera vez y lo hizo acordándose de Central, como si ya reconociera que nuevamente ese será el único objetivo importante del campeonato. A los 40' reclamó sin demasiada convicción a Manso y a los 44' le pidió al equipo que ponga más. Como toda la etapa se debatió entre la impotencia de Newell's para entrar al área de Gimnasia y el efectivo amarrete planteo de Griguol (el Lobo pateó al arco por primera vez en el descuento), la gente vio con muy buenos ojos el ingreso de Manso y aplaudió más fuerte cuando lo anunció la rompetímpanos voz del estadio. Ya en el complemento, a los 10' se hizo un silencio fúnebre cuando Pereyra se paró frente a Cejas y unos segundos después explotó con toda su alegría, como nunca en el partido, cuando el arquero le detuvo su remate y el rebote. El júbilo de la tribuna duró unos minutos mientras el uno rojinegro arengaba desde abajo, pero Newell's tampoco reaccionó. Con Manso (que había entrado por un irresoluto Almirón) demasiado estático, los rojinegros repetían la fórmula del ollazo de la primera mitad, esta vez contando con que la altura de Pavlovich pesaría más en el área que la de Quintana de los 45 iniciales. Pero tampoco fue así, porque además Saldaña y Maximiliano Rodríguez eran dos más del montón, y la Fiera se despabiló demasiado tarde, al punto que cuando lo hizo Newell's estuvo por primera vez cerca de marcar. Primero lo habilitó a Rosales y el delantero la tiró afuera ante Hernando y después lo tuvo en el área chica tras varios rebotes, pero Sanguinetti la despejó en la línea. Igual casi no alcanzaba para disparar el aliento de la hinchada, que entre cabildeos y refunfuños, a esa altura parecía prepararse para hacer saber su disconformismo apenas Pompei pitara por última vez. Esa sensación dio paso a la certeza cuando Cejas ganó un nuevo aplauso para su cosecha al contenerle un remate a quemarropa a Ocampos, casi dentro del área chica, luego de que la Fiera Rodríguez se la dejara infantilmente servida. Entonces sí, los silbidos ganaron la noche y las imágenes de la derrota ante Chacarita volvieron por el túnel del tiempo, porque pese a no perder, muchos entendieron que Newell's salvó un punto. Claro, el ambicioso por obligación fue el equipo de Ribolzi, el que se escondió por decisión propia fue el de Griguol, pero en el camino de la intención a los hechos, los rojinegros casi se amargan aún más. Ribolzi tiene razón en que Newell's es un equipo en formación, pero ese mismo análisis se viene repitiendo sucesivamente desde el paso de Jozic, Castelli y Rebottaro. Y los hinchas, cuando dejan de lado la razón y priorizan la pasión, parecen no estar muy dispuestos a bancárselo.
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