Lorena Orellano estuvo presa once meses, acusada por la muerte de su hijo, junto con su concubino. El jueves pasado, la Sala IV de la Cámara de Apelaciones le otorgó su libertad. Cuando el chiquito recibió el golpe que le causó al muerte, su madre no se encontraba en la casa y el niño, de 17 meses, estaba bajo cuidado del hombre. La defensa señaló que una serie de errores y parcialidades durante la instrucción habían llevado al juez Carlos Alberto Triglia a procesar a Lorena.
La mujer, de 24 años, aún no termina de entender cómo ocurrió todo. Pese a que recuperó la libertad, sus padecimientos judiciales no terminaron: mientras estaba detenida dio a luz una beba a la que sólo pudo ver durante las 36 primeras horas de vida, ya que por disposición de la Justicia fue entregada a un hogar de menores, donde permanece actualmente.
Lo singular del caso consiste en que Orellano fue procesada aún cuando su ex pareja afirmó siempre que no se encontraba presente al ocurrir los hechos, y cuando tenía buen concepto entre sus vecinos en relación al trato de sus hijos. La mujer fue quien denunció la muerte de su hijo y nunca se contradijo en el relato de lo que había ocurrido
La pesadilla de Lorena Orellano comenzó el 26 de abril del año pasado, precisamente el día de su cumpleaños. Salió a hacer compras y dejó a sus hijos Brian, de 17 meses y Evelyn, de 3, al cuidado de su concubino, Daniel Alfredo Sosa, de 35 .
Sosa era golpeador. "Siempre que había un problema con los chicos se la agarraba conmigo. Nunca imaginé que también les podía pegar a ellos", asegura Lorena. Además, sostiene que jamás encontró en los chicos una marca que delatara los golpes. "Ni siquiera en el cuerpo de Brian, cuando lo llevé al hospital", indica. Tiempo después pudo relacionar el temor que el pequeño le tenía al hombre con la posibilidad de que lo hubiera golpeado otras veces.
Brian murió la misma tarde del 26 de abril a causa de gravísimas lesiones internas que le provocaron dos paros cardíacos. La autopsia reveló que un solo golpe le había causado las lesiones.
Esa es una de las pruebas que el abogado defensor, Francisco Recio, retomó para que la Cámara revisara el procesamiento. La autopsia fue terminante al señalar que fue un solo y único golpe el que causó las lesiones fatales. "No había indicios de que otra persona hubiera participado; el chico no había sido sujetado, ni apretado, ni zamarreado", señaló el abogado. Por eso, consideró que era imposible acusar a dos personas por las lesiones.
El otro motivo, y quizá el más relevante, es que Sosa había asumido en sus declaraciones que Lorena no se encontraba en la casa cuando el chiquito "se descompuso". Desde su primer testimonio el hombre admitió que Orellano no se encontraba en la casa cuando Brian vomitó por primera vez, motivo por el que la mujer lo llevó al hospital después que llegó.
Sosa atestiguó que había escuchado un golpe -nunca se refirió a un ruido- y que minutos después de que el chiquito vomitara llegó su madre. El hecho de que se refiriera en todas las declaraciones a la palabra "golpe" y no a otra, también fue señalado por la defensa de Lorena, que lo interpretó como un posible acto fallido.
Otro de los puntos que destacó el abogado de Orellano es que Sosa tenía antecedentes penales por lesiones, un hecho que resultaba pertinente en la causa dado el motivo de la muerte de Brian.
Para el procesamiento, el juez también consideró que Brian tenía antecedentes de haber sido golpeado. Según el informe, el juez constató que el chico había sido atendido por una supuesta caída de una silla dos meses antes de su muerte. En ese momento, también había quedado bajo el cuidado de Sosa. Pero al juez no le constaba que después del examen médico la madre volvió a llevar al chico al hospital, donde quedó internado durante 8 días.
Descuidos y contradicciones
Sin esa constatación, la mujer aparecía como despreocupada por la salud y el cuidado de su hijo. Esa duda contó con al aval del testimonio de una de tres vecinas de la familia, que casualmente es la ex concubina de Sosa y que fue tomado en cuenta a pesar de esa situación. Los otros dos testimonios de vecinos aseguraron que la mujer era cuidadosa y responsable con sus hijos, aunque no resultaron con el mismo peso a la hora del procesamiento.
También hubo contradicción en las autopsias. La primera, firmada por José Luis Bonifacio, indicaba que Brian tenía buen estado de salud en general y estaba bien alimentado. Pero otra, avalada por Alicia Cadierno, contradecía la anterior. La defensa había ofrecido 27 fotografías del pequeño, que al momento de morir pesaba 10 kilos y medía 80 centímetros.
Tales pruebas, que fueron recepcionadas por la defensora oficial Estrella Galán, quien representó a Orellano en la primera parte de la causa, habían sido extraviadas en el tribunal. No obstante, aparecieron después de la apelación y constataron el dictamen de la primera autopsia, indicó el abogado Recio.
Después de la prisión
Lorena cuenta que camina por el barrio sin levantar la cabeza. "Todos me recibieron bien. Pero no me animo ni a acercarme a los chicos, por miedo a cómo puedan reaccionar sus padres", dice. "No me acusaron de un robo, sino de haber matado a mi hijo", intenta explicar.
Su hija Antonella, de 5 años, le reclama constantemente que esté con ella y la acompañe a la escuela. "Le gritaban que su madre era una asesina, por eso ahora quiere que nos vean juntas, para demostrarles que no era verdad", dice con dolor.