En 1999, Paco Rabanne se convirtió en el hazmerreír de París con su predicción de que la estación espacial rusa Mir se estrellaría y destruiría la capital de la moda del mundo durante un eclipse solar. Aunque sobrevivió al Juicio Final y al subsecuente ridículo público, el diseñador continuó ayer mostrando sus visiones apocalípticas con una colección que proveyó el perfecto equipo de batalla para las amazonas del siglo XXI. Los trajes negros y botas altas fueron la parte neutral para las chaquetas de piel de caballo y las túnicas cuya apariencia sugería que habían sido bordadas a la luz de un incendio en el campo. Rabanne dijo que su objetivo es que sus clientas se sientan orgullosas y juguetonas, con una insinuación de aire silvestre. "Ella ama la tierra, la diversidad del mundo orgánico y mineral, y el material sensual e industrial; ella está embelesada por la naturaleza", explicó.
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