Javier Parenti
Muchas veces las explicaciones no alcanzan. La realidad se antepone y los números marcan a fuego. Se pueden encontrar los porqué, pero en ocasiones como éstas de poco sirven. El fútbol es así y por eso despierta pasión, un sentimiento que se alimenta con goles para llegar a la victoria o para sufrir la derrota. Hacerlo y errarlo es la cuestión, y Newell's últimamente sufre más de lo que goza. La noche del sábado en Santa Fe fue testigo. Primero cuando Newell's lo disfrutó en el momento menos pensado, y por partida doble. Después, cuando dejó pasar sus chances claras y finalmente al sufrir por no poder evitar la caída en su arco. Aunque esta vez no todo pasó por los arcos. La actitud cautelosa también fue parte. Ganar por dos goles a veces se torna peligroso al creer que está todo bien. Y aguantar es válido pero peligroso, más de visitante y con un 2-1, que siempre complica. Encima, ante Unión la táctica de Ribolzi no funcionó como ante Boca y Argentinos. Movió piezas y no le respondieron. Tuvo que cambiar y esta vez no acertó. Y en la materia que suple muchos defectos, que es la física, están en rojo. El equipo se cae cuando llegan los últimos minutos, le pasó al perder ante Chacarita, cuando ya le ganaba a Boca, en el triunfo ante Argentinos y en la increíble noche negra en Santa Fe.
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