La historia de Felipa Espinoza de Centurión es la de tantas mujeres que luchan por el barrio. Mantener a la familia, cuidar a los hijos y trabajar para la comunidad son el denominador común de muchas. Doña Felipa vino de Corrientes y se instaló en la zona portuaria. Con ocho de sus once hijos y su esposo ya fallecido, la relocalizaron en Las Flores hace 18 años y allí empezó su lucha. Esa que todavía debe enfrentar cada día. Trabaja a la mañana en el costurero parroquial y participa en la feria de ropas. Le pagan con un plan laboral de 100 pesos mensuales. Cose, teje, borda y limpia a pesar de sus 70 años. Por la tarde, se ocupa de cuidar a sus dos hijos discapacitados en la casita que tiene por la calle Previsión y Hogar. Sus vecinas también llevan un ritmo de vida similar. Trabajan en los comedores, dispensarios, escuelas o en las cooperativas de trabajo, de limpieza o telares. Son el sostén de los hogares, donde los hombres ya no tienen trabajo o el alcohol terminó de perderlos.
| |