Año CXXXIV
 Nº 49.054
Rosario,
lunes  12 de
marzo de 2001
Min 21º
Máx 32º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Mirando al sur. Es una de las zonas más postergadas de la ciudad
El mundo propio del barrio Las Flores
Tiene grandes problemas sociales. La mayor apuesta es la de crear empleo. El dilema es el futuro de los jóvenes

Sergio Roulier

Las Flores es un mundo, más que un barrio o un sector alejado del centro de la ciudad. Tiene el estigma de ser una zona brava y por eso su gente es discriminada. Su realidad son los carenciados y desocupados, con familias numerosas y escasas posibilidades de crecer. Se mantiene (contiene) gracias a la atención comunitaria, los planes de empleo que da el Estado y las organizaciones intermedias. El gran dilema es el futuro de los jóvenes. Pero todavía hay esperanzas. El rol protagónico lo tienen las mujeres, que mantienen sus hogares y encima trabajan para la comunidad. Las cooperativas de trabajo y los proyectos escolares son una luz en tanta sombra.
El mapa del barrio tiene cuatro sectores: Las Flores Sur, Las Flores Este, La Granada y 17 de Agosto. Cada uno tiene su perfil, aunque con un denominador común: ninguna obra o factor de desarrollo está más cerca que la necesidad de trabajo para la gente.
El presente está marcado por los orígenes del barrio. En una zona de quintas y hornos de ladrillos, en 1967 se hicieron 400 viviendas a través de planes estatales. Allí fueron a parar los pobladores erradicados de los costados del Saladillo y de los terrenos en donde se extendió el puerto. La dictadura levantó un muro de bloques para que el asentamiento no se viera desde la autopista. Y así fue creciendo, de manera irregular.
Eran portuarios y obreros de la construcción, la mayoría correntinos de Esquina y Goya. Los planes de vivienda les permitieron contar con un techo. Y con el correr de los años y el deterioro de las condiciones económicas se formaron asentamientos precarios a la vera de la ruta y del arroyo.
Sus primeros habitantes dicen que la denominación surgió por la característica más pintoresca de la zona y las variedades de flores le dieron el nombre a cada calle. Esa señal todavía se la ve en algunas cuadras de Las Flores Este, recostado sobre San Martín, un sector al que sólo le faltan las cloacas y donde sobresalen casas bajas y de veredas anchas.
Los vecinos reniegan un poco de vivir en Las Flores. "Hay que diferenciar", acotó Alfredo Segura, presidente de la vecinal. No obstante, el estigma de ser habitante de la zona es un sanbenito colocado después de los saqueos del 89. "No te toman en los laburos o la cana te lleva por averiguación de antecedentes", comentó Juan, con 18 años recién cumplidos.
Las Flores Sur, con la Circunvalación, quedó apartado de la ciudad. Tiene un ritmo propio, sus calles son un ir y venir de chicos y grandes. Hay carencias de cualquier tipo y el clima se caldea cuando no llega la ayuda. Los comedores, dispensarios, las cooperativas y la parroquia sirvieron para contener a la gente, cada vez más necesitada de empleo y atención.
Las historias de Hernán y Claudio son las de cualquier muchacho del barrio. Pasaron por la delincuencia, la tentación de aspirar pegamento y a pesar de sus 30 años ya tienen familias numerosas. Encontraron herramientas para modificar muebles y artículos en desuso y ubicarlos en los clubes de trueque. Sobreviven. Y están orgullosos de vivir en ese lugar.
El padre Negri, de la parroquia Itatí, está preocupado por los jóvenes que crecieron con el desempleo. Por eso cree que el mayor beneficio para el barrio será crear fuentes de trabajo.
Del otro lado, está la villa La Granada y el complejo habitacional 17 de Agosto, donde la situación social es similar. También viven los violentos y los que como Carlos, empleado municipal, prefiere "limpiar una zanja, antes que ir a robar".
Las Flores, quizás, es el barrio más postergado de Rosario, el que muchos quieren ocultar pero se mantiene gracias a su gente.



Parte del barrio fue creciendo en cercanías de la autopista.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
El personaje: Una mujer como tantas, el sostén del hogar
Diario La Capital todos los derechos reservados