La guerra de las Malvinas transformó a las islas de territorio desolado en economía floreciente, afirmó un enviado del diario británico The Independent. Rupert Cornwell, un experimentado corresponsal que cubrió el conflicto de 1982 entre Argentina y Gran Bretaña, señaló tras una reciente visita al archipiélago, que casi todos los habitantes reconocen que el conflicto armado es lo mejor que les pudo haber pasado.
"Para nosotros, la guerra fue como la división entre antes y después la era cristiana", dice Bill Luxton, uno de los ocho consejeros del Parlamento electo de las Falkland/Malvinas, citado por Cornwell. "Todo lo bueno que nos ha sucedido desde entonces, la inversión, todo, se debió a la guerra. Si no nos hubieran invadido, a esta altura seríamos argentinos", dice Luxton. "No nos hubiera quedado más remedio que depender de ellos".
Pero el general Leopoldo Galtieri -entonces presidente del gobierno militar argentino-, dice el autor, no pudo esperar que esta bonanza le cayera del cielo y lanzó "la más insólita de las guerras, una batalla entre aliados que fue absolutamente evitable y trágicamente inútil".
Ahora, aunque nadie teme en realidad una invasión argentina, un destacamento de 1.500 soldados británicos custodia una población total de 2.200 habitantes.
Lo que ayer fuera un pequeño bastión británico moribundo, con una economía casi feudal basada en la explotación ovina, se ha enriquecido gracias, fundamentalmente, a la riqueza ictícola. Más precisamente, a dos tipos de calamares, el illex, muy apreciado en el Lejano Oriente y el loligo, más pequeño.
En 1986, las islas comenzaron a vender licencias para pescar en torno al archipiélago. Este año, esas licencias les reportarán 22 millones de libras (más de 30 millones de dólares) y las empresas conjuntas con compañías europeas han creado un nuevo tipo de millonario.
Autoabastecimiento
Ahora, las islas se autoabastecen completamente, salvo en el sector de defensa. Pero esto también puede cambiar, afirma Cornwell. Está por iniciarse la segunda etapa de exploración petrolera y la producción comercial se prevé para el 2010.
La primera etapa fue lo suficientemente promisoria como para que la empresa petrolera Shell calculara las reservas potenciales entre 20 y 60 millones de barriles, una cantidad comparable con el yacimiento del Mar del Norte, lo cual permitiría a los malvinenses reembolsarle a Gran Bretaña los 70 millones de libras (unos 100 millones de dólares) que gasta por año en mantener la dotación.
Con planes de fomentar también la explotación agrícola y el turismo, la prosperidad ya se evidencia en un nuevo centro comercial y abundancia de Land Rovers. No hay desocupación y el 15 por ciento de los habitantes tiene dos empleos.
Pero el aislamiento persiste, sin periódicos y con un único canal de televisión. Un vuelo semanal con Santiago de Chile y otro de la fuerza aérea británica, que demora 18 horas en llegar a Inglaterra, son los únicos vínculos con el exterior.
La escasez de mano de obra se remedia con trabajadores a contrato. Para ser residente, hay que tener empleo garantizado. Pero, los habitantes, concluye el autor, temen una inundación de argentinos en busca de trabajo y no quieren que nadie perturbe su pequeño paraíso.
Winnie Pooh y los viajes particulares
Durante la gestión menemista, el entonces canciller Guido Di Tella diseño una estrategia de acercamiento a los Kelpers que aún es recordada: enviar de regalos a los isleños los famosos ositos de peluche Winnie Pooh. La idea no ayudó a cambiar las relaciones.
La hostilidad se vio reflejada en octubre del 99 cuando viajó a las islas un grupo de periodistas argentinos. La fraternidad que se jugó en un partido de fútbol entre isleños y los argentinos contrastó con las caravanas de vehículos que portaban carteles que manifestaban la profunda enemistad.
De entonces a estos tiempos, ese distanciamiento se reflejó también cuando se filmó en la isla la película argentina "Fuckland". Obra que generó un gran malestar entre los kelpers.
Sin embargo, muchos de los habitantes de las sureñas islas vieron bien la apertura comercial pactada el pasado 23 de febrero. A raíz del acuerdo firmado por los gobiernos de Argentina y del Reino Unido se pueden realizar viajes -por tierra o mar- sin restricciones. Hasta entonces, no eran permitidos los vuelos directos sin autorización previa de la Fuerza Armada. Los viajes hechos por argentinos se realizaban mediante escalas en un aeropuerto chileno.
Esta modificación mejoró la declaración conjunta del 14 de julio de 1999. Pero, las buenas relaciones del gobierno argentino con el británico, no influye en el animo kelper porque la Argentina no los reconoce en las negociaciones. La enemistad isleña con los argentinos sólo ha sido atenuado, con respeto, cuando los familiares de los soldados caídos durante la guerra del 82 visitaron el cementerio malvinense para homenajear las tumbas de sus seres queridos.