Año CXXXIV
 Nº 49.053
Rosario,
domingo  11 de
marzo de 2001
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Una novela que aborda el caso de un supuesto asesino serial
"La plegaria del vidente": Crónica y ficción en un cruce fallido

Osvaldo Aguirre

El Loco de la ruta es el nombre de un fantasma. Apareció en 1996 en la ciudad de Mar del Plata como encarnación del primer asesino serial en el sentido estricto del término en Argentina. Los asesinatos y desapariciones de varias prostitutas dieron crédito a su existencia y la adornaron con detalles escabrosos. El tiempo transcurrió y el misterio de su identidad subsiste. Ese enigma acaba de trasladarse a la novela: "La plegaria del vidente", de Carlos Balmaceda, construye su historia en base a los hechos de ese caso que es casi un clásico de la crónica policial.
El paralelismo entre la ficción y sus fuentes periodísticas es transparente. Se lee en el nombre de las víctimas (la artesana uruguaya Jacqueline Fernández, primera víctima de la serie criminal, se transforma en Madeleine Basualdo), en el ambiente (la novela transcurre en Mar del Plata), en las "firmas" de los asesinatos (descuartizamientos y otras prácticas aberrantes con los cadáveres). Lo que agrega Balmaceda es una composición de la historia que apunta a quebrar las convenciones del género policial: la narración queda a cargo de tres personajes que se alternan y eventualmente se cruzan. Y una respuesta al enigma, lo que es su apuesta más fuerte y lo que sella la suerte de la novela.
En el triángulo de los protagonistas, el personaje de un vidente aparece como el más atractivo: ese hombre ciego termina por conducir las investigaciones y por convertirse casi en guía de la lectura. El Vasco remite al modelo del policía duro, pero en clave bonaerense, lo que supone abundantes referencias a hechos de corrupción que no son episodios excepcionales sino una constante histórica de la llamada fuerza de seguridad. Aquí hay más alusiones transparentes: los ex jefes policiales Pedro Klodzsyk y Mario Rodríguez aparecen apenas velados por los nombres de Kasperczak y Mario Peralta; las hipótesis que guían a la ficción son las mismas que se consideraron en su momento en la investigación de los crímenes de Mar del Plata (una mafia de tratantes de blancas, asesinos ligados a la policía). El personaje menos verosímil es el del periodista: dándose a conocer con un nombre falso, con un pasado extremadamente trágico, parece más propio de alguna descolorida novela policial que de cualquier redacción.
La novela comienza bien. El personaje del vidente atrapa al lector y lo conduce directamente al centro del horror. El acto criminal y la figura particular del asesino serial son objeto de reflexiones simples, pero en principio interesantes, porque se refieren a un enigma que va más allá de un criminal en particular: "Los asesinos seriales -se dice, por ejemplo- empiezan a gritarnos su odio a través de sus víctimas. Destrozan un cuerpo y luego otro. Ellos creen que los moldean como escultores. Así cuentan su historia de horror. Matan para calmar su pánico y excitarse".
Sin embargo, poco a poco la historia se desmorona. El énfasis en el registro "duro" se hace visible, y comienzan a proliferar personajes y hechos que aparecen y desaparecen sin mayor peso. Esta defección es perceptible pese a que, a través de las ensoñaciones del vidente, comienzan a aparecer imágenes del asesino. Para mayor intriga, estas observaciones son parciales, incompletas: refieren a escenas donde un hombre despliega con su hija un juego que no termina de develarse, pero donde está claro que se emplea la crueldad.
Una vieja regla de la narración enseña que la respuesta a un enigma debe tener una intensidad que corresponda a la expectativa que ese enigma generó. Más que de competencia literaria, la exigencia de esa norma supone una cuestión de respeto hacia el lector. Y esa es la gran falla de esta novela: es imposible creer en el asesino que propone Balmaceda, surgido entre los personajes secundarios que pululan sin mayor relieve. En el momento en que se juega su verosimilitud, "La plegaria del vidente" se torna completamente irreal. La escena en que se revela el misterio resulta involuntariamente grotesca. De pronto, el criminal serial quiebra su pauta de conducta (sobre la que tanto se habló en el transcurso de la novela) y comienza a matar prácticamente a quien le sale al paso. Como ocurre en las malas películas de acción, la historia termina porque no queda nadie vivo para contarla...
Balmaceda (Mar del Plata, 1955) publicó un libro de cuentos "La otra muerte" y, en colaboración con su hermano Oscar, "Leyendas de Mar del Plata" y la "Guía Fantástica de Mar del Plata". "La plegaria del vidente" fue finalista de la última edición del Premio Planeta.



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