Islamabad. - Los ultraintegristas talibanes que gobiernan Afganistán dinamitaron ayer la cabeza de la mayor de las dos estatuas de Buda, esculpidas en roca entre los siglos III y IV, y reanudaron así la destrucción suspendida temporalmente durante la fiesta musulmana del sacrificio. Dirigentes de la oposición afgana en Moscú denunciaron que a la destrucción de monumentos le sucederá una campaña de "limpieza étnica, religiosa y lingüística", en un país conformado por diversas nacionalidades y culturas.
Para dinamitar la cabeza de la estatua de 55 metros de altura, la mayor escultura en el mundo de un Buda, en la provincia central de Bamiyán, utilizaron misiles antiaéreos, tanques y dinamita, informó la agencia de noticias afgana en Pakistán, Afgan Islamic Press (AIP).
Otras fuentes indicaron que los talibanes habían destruido también el pie del coloso cincelado en una gigantesca pared de roca de la época en que Afganistán era uno de los centros de la civilización budista, antes de que los ejércitos árabes introdujeran el Islam en el siglo VII.
Los talibanes comenzaron la semana pasada la destrucción de las figuras preislámicas que se encuentran en Afganistán, por una orden de su líder supremo, el "mulá" Mohamed Omar.
Falsos ídolos
De acuerdo con su propia versión del islam, los talibanes creen que la conservación de estatuas es comparable a la adoración de ídolos, prohibida en la fe islámica.
Varios países y museos del mundo expresaron su interés en comprar las estatuas y la Unesco envió a un emisario, al igual que Japón, para persuadir a los talibanes de que pusieran fin a la destrucción del bagaje cultural preislámico del país asiático. Muchos países musulmanes condenaron la acción, incluido Pakistán, considerado el mayor aliado del régimen de Kabul, que únicamente es reconocido por este país, los Emiratos Arabes Unidos y Arabia Saudita.
En tanto, en Moscú la oposición afgana advirtió ayer que el régimen Talibán llevará a cabo una "limpieza étnica" en Afganistán tras la destrucción de los monumentos budistas y de arte preislámico. Gulam Saji Hairat, primer secretario de la representación en la capital rusa de la opositora Alianza del Norte, explicó que la destrucción de las estatuas de Buda es una estrategia calculada.
Según Hairat, es una oportunidad para "ampliar su expansión a los países vecinos, es decir los centroasiáticos". "Tras la destrucción de los monumentos, tendrán lugar hechos más espantosos en Afganistán: la segregación y la limpieza étnica, religiosa y lingüística", subrayó Hairat a la emisora Eco de Moscú.
El movimiento de los talibanes defiende una versión radical del Islam -con apoyo financiero de Arabia Saudita y otros países árabes- elaborada en las escuelas coránicas de Kandahar, sur del país, y entre los miles de refugiados afganos que huyeron a Pakistán durante la ocupación soviética y la posterior guerra civil. Los talibanes son en su mayor parte de etnia pashtún y hablan pashtú, mientras que la oposición de la Alianza agrupa ante todo a tayikos, uzbekos, hazaras y otras minorías afganas. Tras varias ofensivas y la derrota de la Alianza en el centro y norte del país, los talibanes controlan casi el 95 por ciento de Afganistán y sólo las posiciones septentrionales de la Alianza, junto a la frontera tayika y el Badajshán impiden el dominio total.
"Están usando tanques, artillería y mecanismos explosivos para destruirlos completamente", dijo a Reuters Mohamed Ashraf Nadeem, un portavoz de la oposición dirigida por el comandante Ahmad Shah Masood. "Los talibán han permitido a los habitantes ver el acontecimiento", añadió.
La agencia AIP dijo que no había ningún comentario inmediato del gobernante movimiento Talibán, que se encuentran bajo una intensa presión internacional para proteger los famosos tesoros arqueológicos.
A pesar de las peticiones internacionales, los líderes del movimiento Talibán han insistido en que no cambiarán su política de demolición de estatuas, que consideran contrarias al Islam.
Una delegación japonesa de cuatro miembros del Parlamento está de camino hacia la ciudad de Kandahar, en el sur del país, en un intento de última hora para salvar las estatuas. Japón, uno de los principales donantes internacionales de Afganistán, un país asolado por la guerra, ha amenazado con retirar la ayuda ante la campaña de destrucción de los monumentos.
El ministro de Relaciones Exteriores del movimiento Talibán, Wakil Ahmad Muttawakil, rechazó las propuestas realizadas para salvar los Budas, entre ellas varias ofertas de museos extranjeros para comprarlas y una propuesta de construir un muro gigante que los oculte a los ojos islámicos.
La orden de destruir el conjunto monumental se aprobó un mes después de que la Organización de las Naciones Unidas impusiera nuevas sanciones contra el gobernante movimiento Talibán, para forzarlo a entregar al militante saudita Osama bin Laden, que está acusado de volar dos embajadas estadounidenses.
Un enviado especial de la Unesco, Pierre Lafrance, que ya se reunió con los talibanes, dijo que espera volver hoy a Afganistán para intentar salvar el pasado preislámico de la nación.
Lafrance reconoció , en Pakistán, que la comunidad internacional no tiene influencia y que la única esperanza de revertir la orden talibán está en los clérigos islámicos. "La comunidad islámica ha expresado su consternación por la peculiar interpretación de su religión", dijo. Advirtió que en caso contrario, la destrucción de las estatuas "desataría el fanatismo religioso en todas partes y alentaría la violencia sectaria".