Año CXXXIV
 Nº 49.049
Rosario,
miércoles  07 de
marzo de 2001
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Mejor ser feliz

Que la felicidad prolonga la vida y la tristeza la acorta no es ninguna novedad, sino conocimiento común. Sí es noticia que felicidad y tristeza hagan lo mismo con la memoria y la claridad mental, es decir, que la potencien o maten. A partir de ahora, esto es un asunto establecido y medido. En concreto, un experimento gigante del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos dice que la depresión severa aumenta de un 73 a un 160% la propensión al accidente cerebrovascular (ACV) o stroke.
Al mismo tiempo, un metaestudio (reanálisis de otros estudios previos) del Centro de Investigación en Epidemiología Psiquiátrica de la Universidad de Canberra, Australia, correlaciona la depresión con la demencia y otras declinaciones cognitivas de la vejez.
"Estos hallazgos coinciden con lo que uno ve todos los días en la práctica clínica", dice el investigador José Vila, del Eneri (Equipo de Neurología Endovascular y Radiología Intervencionista) y jefe de la Unidad de Stroke de la Clínica Adventista de Belgrano, en Buenos Aires, Argentina.
"Una de las causas son ciertas sustancias (catecolaminas) que aparecen en sangre con las depresiones y atacan tanto al corazón como al endotelio que tapiza el interior de la red vascular. Ahí es donde la depresión favorece las obstrucciones y el sangrado", agrega Vila.
Empieza entonces a dibujarse en números concretos el impacto a largo plazo del estar insondablemente triste. Reír como un payaso es, en cambio, una inversión mucho más saludable.

Influencias del ánimo
La noticia más importante es la del CDC, aparecida en la revista Psychosomatic Medicine con la firma de Bruce Jonas. El experimento consistió en seguir durante 22 años la evolución clínica de 6.095 ciudadanos estadounidenses, todos los cuales tenían -a fecha de partida, allá por los 70- la circulación en buenas condiciones. En materia de edades, este grupo se repartía entre los 25 y 74 años.
Las noticias son las siguientes: una depresión endógena fuerte y prolongada supone un 73% más de chances de hacer un ACV, y una livianita, hasta un 25%.
Por su parte, en el último ejemplar de la revista Gerontology, el australiano Alex Jorm, de la Universidad de Canberra, ejecutó un filtrado estadístico de otros estudios controlados y prospectivos para establecer cuál era la relación entre depresión y demencia senil de origen vascular, u otras declinaciones cognitivas de la vejez.
En sus conclusiones, Jorm establece que la depresión es un factor de riesgo serio para todas las pérdidas cognitivas de la vejez. Le queda la duda de qué puede considerarse simultáneamente como un pródromo (es decir, una manifestación temprana e inespecífica) de estas pérdidas, pero también una reacción ante las mismas. En suma, que la depresión causa chochera, pero también viceversa, lo cual resulta obvio.
Tanto Jorm como Jonas se detienen en dos grandes modos (aunque son muchos más) en que una tristeza feroz, endógena y resistente como la depresión puede irle quitando memoria y capacidad de procesamiento al cerebro.
Una es la hipertensión sanguínea, causa de "miniderrames" cerebrales cuyos efectos se acumulan con el tiempo. La otra relación es la cascada de glucocorticoides u hormonas del estrés, especialmente el cortisol. Su acción prolongada termina causando la muerte de grandes grupos de células en el principal centro cerebral de fijación de la memoria: el hipocampo.
Respecto de estas hipótesis, José Vila comenta que en 1967 los canadienses Holmes y Rahe hicieron una tabla que mide el estrés ante factores psicosociales de cambio, como la viudez reciente, el divorcio o la pérdida de trabajo: "La práctica clínica -señala- siempre nos mostró que estas situaciones predisponen al stroke, pero Jonas ha podido medir esa predisposición cuando el bajón anímico toma fuerza propia y se sale de control. Ojalá su hallazgo sirva para que los especialistas le presten más atención no sólo al cerebro de sus pacientes, sino también a su bienestar psíquico. La felicidad es una buena inversión".
Daniel E. Arias


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