Año CXXXIV
 Nº 49.049
Rosario,
miércoles  07 de
marzo de 2001
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El dinero no lo es todo
Según un estudio realizado en Estados Unidos, la autonomía y la cercanía con el otro llevan al bienestar

A aquellos seres anónimos que frente al televisor y las revistas de moda envidian la opulencia y la popularidad ajena, y se consuelan alegando que "el dinero no hace la felicidad", la ciencia les da la razón. Según un nuevo estudio que publica la revista Journal of Personality and Social Psychology, el dinero, la fama y la popularidad ocuparían los últimos lugares en la lista de necesidades psicológicas que llevarían al bienestar. La felicidad, al parecer, radica en bienes menos terrenales.
El estudio, dirigido por el psicólogo Kennon Sheldon, de la Universidad de Missouri-Columbia, convocó a cientos de estudiantes universitarios estadounidenses y coreanos a quienes se les pidió que enumeraran sus experiencias más satisfactorias del último mes, de la última semana y del último semestre, así como la vivencia menos satisfactoria que experimentaron a lo largo del mismo período.
Los resultados ubicaron a la autonomía, la competencia, la sensación de cercanía con otras personas y la autoestima en la cima de las necesidades psicológicas que llevan a la satisfacción y al bienestar.
Sheldon, coautor del trabajo, afirma que estas necesidades psicológicas son universales. En el experimento pidió a los estudiantes que asociaran cada una de las vivencias agradables y desagradables que ellos habían nombrado con la siguiente lista de 10 necesidades psicológicas:
* Autonomía-independencia: sentir que uno es la causa de sus propios actos.
* Competencia-eficiencia: sentir que uno es capaz y eficiente en sus acciones.
* Relaciones-pertenencia: sentir que uno tiene contacto íntimo regular con gente que le guarda estima.
* Actualización-significación: sentir que uno desarrolla su máximo potencial y hace significativa su vida.
* Seguridad-control: sentirse seguro y tener control sobre la vida propia.
* Dinero-lujo: sentir que uno tiene suficiente dinero para comprar la mayor parte de las cosas que desea.
u Influencia-popularidad: sentir que uno es querido, respetado y que influye sobre otros.
u Físicas-orgánicas: sentir que el cuerpo está sano y bien cuidado.
u Autoestima-autorrespeto: sentirse una persona valiosa, tan buena como cualquier otra.
u Placer-estimulación: sentir que uno tiene placer y diversión.

Mientras la autonomía, la competencia, la cercanía con otros y la autoestima se mostraron claves para la felicidad personal, la seguridad, la actualización personal y los logros físicos ocuparon las posiciones intermedias, en tanto que la popularidad, la influencia, el dinero y el lujo fueron postergados a los últimos lugares.
Por otra parte, los participantes asociaron las vivencias más ingratas no sólo con la pérdida de autonomía, de competencia y de pertenencia, sino con una falta de seguridad y de control sobre la propia vida. "Estos descubrimientos son importantes ya que, una vez identificadas estas necesidades, pueden convertirse en blanco de las intervenciones psicosociales, para ofrecerles a los ciudadanos un entorno social y vocacional que contribuya a mejorar sus alcances personales", explica Sheldon.
Aunque todo indicaría que satisfacer algunas necesidades psicológicas es suficiente para promover la felicidad y el bienestar psicológico, aún falta determinar hasta qué punto estos resultados pueden aplicarse a sectores de más edad y a poblaciones con menores recursos económicos. En todo caso, Sheldon asegura que se ha llegado a conclusiones similares con otros grupos de personas.
"Las cuatro necesidades prioritarias fueron las mismas para estadounidenses y coreanos; sin embargo, los coreanos, que se consideran una sociedad más colectivista, priorizaron las relaciones interpersonales, a diferencia de los norteamericanos, que consideraron que satisfacer en primer lugar la autoestima es requisito para la felicidad", según lo expuesto por Sheldon.
Sobre si las necesidades psicológicas dependen de la educación, de las pautas culturales y de la época, Sheldon supone que "son universales y forman parte de la evolución de la naturaleza humana, ya que suministran motivaciones generales para resolver cuestiones adaptativas importantes".
Con respecto a la forma en que variarían estos resultados si se examinara una población preocupada por satisfacer sus necesidades básicas de supervivencia, Sheldon cree que "para todas las personas las experiencias satisfactorias se refieren a experiencias significativas. Para una persona que tiene hambre, el evento más satisfactorio será un buen plato de comida. En estos casos la necesidad psicológica referida a lo físico-orgánico se ubicará en los primeros lugares. Aunque también hay muchas personas que sacrifican su supervivencia por ese significado, por ejemplo, en huelgas de hambre o inmolaciones".
Sobre el interrogante ¿puede la experiencia cambiar las necesidades psicológicas?, Sheldon responde: "Previamente encontramos resultados similares en adultos, donde se veía que los más preocupados por el dinero, la apariencia física y la notoriedad eran menos felices. Además, encontramos que las personas se vuelven más autónomas psicológicamente a medida que maduran, por eso especulamos que la autonomía emergería más fuertemente como un aspecto asociado a experiencias satisfactorias en esos grupos. Este trabajo aún no se hizo".
Desde el punto de vista personal, el estudio sugiere qué tipo de experiencias una persona debe priorizar para maximizar su felicidad y también indica que si una persona se encuentra atascada en acrecentar su riqueza sin ver aumentada su felicidad, debería repensar sus prioridades.
Débora Frid



La sensación de cercanía con otros genera bienestar.
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