Año CXXXIV
 Nº 49.047
Rosario,
lunes  05 de
marzo de 2001
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Aplican en tres barrios rosarinos un programa que tuvo éxito en Canadá y Sudáfrica
Cómo funciona el plan comunitario para resolución de conflictos entre vecinos
Las partes colocan sus disputas bajo consideración grupal. Las consignas pasan por no usar la fuerza, trabajar en equipo y no imponer castigos. Analizan casos como robos, abuso de armas o violencia familiar

Paola Irurtia

La Land Rover amarilla que utiliza el equipo local de profesionales que impulsan los foros de convivencia es bien reconocida en Villa Banana y el asentamiento del barrio Ludueña. Cuando llega, los chicos suelen colgarse de ella y los vecinos comienzan a agruparse en el lugar de reunión habitual. El plan, que se lanzó en noviembre pasado bajo la denominación "Comunidades Justas y Seguras" mostró el resultado de sus primeros meses de gestión: vecinos, coordinadores y directores se juntaron para evaluar los pasos dados y profundizar en las pautas de trabajo. El plan cuenta con la participación de la Sección Criminología y Política Criminal del Centro de Estudios e Investigaciones en Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la UNR y el Centro de Criminología de la Universidad de Toronto, Canadá.
En el encuentro, los vecinos organizaron un juego en base a preguntas y situaciones de conflicto, sobre los que se dirimieron las pautas en las que se basa el trabajo. Esas pautas tienen como objetivo crear comunidades justas, seguras y solidarias, de acuerdo a reglas de convivencia que surjan del barrio. Las consignas están basadas principalmente en el respeto por los derechos humanos, el no uso de la fuerza y la violencia, el trabajo en equipo y la imparcialidad, que incluye no tomar parte ni juzgar o castigar a nadie.
La convocatoria en el Foro de Convivencia de Villa Banana reunió a unas 30 personas, entre los que se encontraban el director general del proyecto, Clifford Shearing; la coordinadora general, Jennifer Wood, -ambos de Canadá-; un miembro del equipo global de reflexión, Madeleine Jennek-er, de Sudáfrica; el director en Argentina, Enrique Font, y el codirector, Gabriel Ganón, junto a otros profesionales y vecinos miembros del grupo.
Los foros de convivencia funcionan en diferentes lugares del mundo desde hace años. Uno de los pioneros se realizó justamente en Canadá, experiencia que se trasladó a Sudáfrica y en base a ellas, en diciembre, se lanzaron en Rosario tres programas piloto: una en Villa Banana, otra en Ludueña y la tercera en el asentamiento que rodea la Ciudad Universitaria. El foro de Villa Banana es el más avanzado debido a su historia de más de diez años en tareas comunitarias y solidarias (ver aparte).
En los foros se reciben los problemas de los vecinos, escuchan a los miembros del conflicto, se les plantean a ambas partes las pautas de trabajo, y se intentan acceder a una solución consensuada. Sobre ese acuerdo los "pacificadores" -miembros del grupo abocados a ese tema- deben hacer un seguimiento para verificar que se cumpla.
Casos de violencia familiar, abuso de armas, robos entre vecinos y abuso sexual, entre otros, han sido parte de los problemas que fueron llevados al foro para su discusión. En muchos casos, la solución se encontró en el acuerdo de las partes en conflicto.Otras veces, a partir de situaciones violentas, surgió del diálogo entre las partes enfrentadas que el origen de la disputa se originaba en carencias estructurales de la comunidad. Y la solución contó como actores principales a los antes enemistados. Un crédito que la justicia ordinaria difícilmente alcanza.
Los intercambios entre los participantes de la evaluación que se hizo en Villa Banana tuvo coloridos resultados. Una de las coordinadoras del juego, luego de escuchar la traducción de las reglas en inglés, para los extranjeros, comenzó a enumerar a los miembros del foro en esa lengua. El grupo tardó segundos en largar una sonora carcajada. Uno de los participantes regaló su remera del Che Guevara inmediatamente al enterarse que una de las coordinadoras de la experiencia era entusiasta admiradora del revolucionario rosarino.
Más serias fueron las respuestas que recibieron cada una de las propuestas lanzadas al grupo. Cada equipo se esmeró en encontrar la mejor solución a la consigna, de acuerdo a las pautas básicas de funcionamiento y la experiencia de varios casos trabajados. Así se ponderó la importancia de mantener la imparcialidad ante toda situación. Sobresalió entre los recuerdos un episodio de violencia familiar en el que la identificación del grupo ante quien aparecía como víctima entorpecía la relación familiar de esa persona. Eso se vivió dentro del grupo como un fracaso. En otra oportunidad, se concluyó que el conflicto llevado al Foro se había originado en una situación falaz. Por eso, escuchar a todas las partes es una regla imprescindible para avanzar en la solución del problema.



Un día de taller con los vecinos de Villa Banana.
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