"Más que en lo personal, mi designación es una señal de que estamos en carrera; que el 2003 está en el horizonte de Reutemann". Quien dice esto, Carlos Chango Funes, acumula años de militancia en el peronismo más ortodoxo, el que lo transformó en joven correo secreto de Juan Perón durante casi un año, en el exilio europeo, y el que hizo que, por pedido de Carlos Menem, se acercara al Lole cuando en 1991 éste quería saber cómo tomaría la militancia su candidatura a gobernador. Cuenta que dejó todo para quedarse junto a Reutemann cuando advirtió su "pasta de conductor". Recuerda que Perón le enseñó que "los que conducen no son a veces los más brillantes, inteligentes o los que hablan mejor, sino los que resisten las presiones y manejan los tiempos". Apuesta a que en el futuro "los historiadores se darán cuenta de que Reutemann fue un caso único en la política argentina. Nosotros alentábamos tener en el peronismo a una figura que atrayera al electorado como Carlos Sylvestre Begnis", comenta en referencia al Lole. Aunque no cree que pueda hacer mucho en el poco tiempo que le tocará permanecer en el Senado, aclara que trabajará "en beneficio de Santa Fe", y que siempre estará "a disposición" de quien llama "su jefe", porque -aclara- "soy consciente de que fui votado por un congreso (por el del PJ), pero la gente lo votó a Reutemann". Eso es lo que lo diferencia de Jorge Massat, quien -dice- debería "haber puesto la banca a disposición de quien lo puso en ese cargo". Escribir es uno de los oficios de Funes. Publicó dos libros sobre su estrecha relación con Perón. Fue periodista y letrista de canciones (entre ellas "Miguitas de ternura", grabada por Alberto Cortez). Hoy se encuentra preparando una obra sobre estos diez años de reutemismo. No se olvida de sus años de militancia en los 70, pero ahora su proyecto es Reutemann presidente, que aunque no lo confirma, se dice que se lanzará con fuerza en los próximos meses: "El hecho de que Reutemann no esté corriendo a 300 kilómetros por hora no significa no que esté preparando la máquina; si hay alguno que se apresura y está corriendo ahora a esa velocidad, habrá que ver si le aguanta el auto", dice en alusión a Ruckauf. Evidentemente desmejorado a causa de la quimioterapia, Funes no teme hablar de la enfermedad que padece: "Antes de aceptar el cargo consulté a los médicos, que me dijeron que lo mío está bajo control; no es una cosa fácil, pero tampoco es un caso extremo. También dicen que debo poner mi propio esfuerzo. El resto depende de Dios".
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