Año CXXXIV
 Nº 49.037
Rosario,
viernes  23 de
febrero de 2001
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Murió D'Andrea Mohr, el capitán "loco" del Ejército
Por estar en contra de la represión ilegal durante el Proceso, fue considerado demente y pidieron su baja

A los 62 años, murió ayer en el hospital militar Central de Buenos Aires el capitán retirado del Ejército José Luis D’Andrea Mohr, que fuera dado de baja de su fuerza acusado de estar loco y restituido luego en su grado durante la comandancia del general Martín Balza. D’Andrea Mohr se había internado a principios de enero para ser sometido a una ablación de vejiga, pero posteriores complicaciones demandaron una segunda operación, que derivó en una septisemia generalizada.
El lúcido oficial del Ejército era tataranieto de militares y descendiente del invasor inglés Carl Beresford, pero su rancia estirpe castrense no hizo que se sumara a la ideología que dominó a su fuerza durante el siglo pasado. Por el contrario, D’Andrea Mohr pidió el retiro en 1976 en disconformidad con la represión ilegal a la que se lanzaron las Fuerzas Armadas.
Los cuestionamientos públicos a sus camaradas derivaron en un sumario interno mediante el cual el entonces jefe del Ejército, general Héctor Ríos Ereñú, solicitó la baja del oficial, a quién se calificó de demente. Pero la baja nunca se concretó efectivamente porque ni el presidente Raúl Alfonsín ni su sucesor Carlos Menem firmaron la resolución correspondiente como comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. Una resolución posterior del general Balza descalificó el supuesto diagnóstico de demencia y reconoció que el capitán D’Andrea Mohr era en realidad un opositor interno.
Desde que comenzó a ser perseguido en el Ejército por sus cuestionamientos internos, se dedicó a escribir para distintos medios y comenzó a ser consultado por los periodistas, que reconocían en él a un lúcido analista del mundo castrense. Además fue autor del libro "Memoria debida", un valioso informe sobre los responsables de cada uno de los campos clandestinos de detención, y "El escuadrón perdido", que da cuenta del centenar de conscriptos desaparecidos durante la dictadura militar.
Declaró por propia voluntad ante el tribunal de la democracia que juzgó a los jefes dictatoriales en Buenos Aires, e hizo lo mismo ante el juez español Baltazar Garzón.
Fue miembro fundador del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida) desde donde combatió, junto a otros camaradas, la facistización de las Fuerzas Armadas, y mantuvo además su amistad con oficiales emblemáticos como el general Jorge Leal, el primer argentino que llegó al polo sur, y el general Benjamín Rattembach, que condenó en un célebre informe a la cúpula de la última dictadura militar por su actuación en la Guerra de las Malvinas.
D’Andrea le negó al tribunal militar que lo juzgó calidad moral para hacerlo y al juez que lo condenó le dijo solemne e irreverente: "Señor, váyase usted a la mierda". Hoy, a las 14.30, su cuerpo será cremado en el cementerio de la Chacarita.


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