Víctor G. Cortés
La primera noche del Festival de la Canción de Viña del Mar causó decepción. Entre las pocas figuras programadas para la jornada se contaban el bailarín Joaquín Cortés y el cantante de rancheras Pedro Fernández. Pero el público del encuentro, llamado por su exigencia el monstruo de mil cabezas, estuvo complaciente y toleró la mediocridad, que apenas fue sobrepasada por Fernández. El inicio fue al estilo olímpico, con un astronauta de la NASA que aterrizó en el escenario y fuegos artificiales que despertaron el apetito por algo espectacular, que no alcanzó a llegar a excepción de la presencia del mexicano Fernández, de tremenda voz, carisma y pegajosos éxitos como el hipnótico "Yo no fui", que debió cantar dos veces. Dentro de los evidentes aciertos, estuvo la iluminación y la pantalla gigante que benefició especialmente a los espectadores que compran los boletos más baratos y que quedan ubicados -literalmente- en las ramas de los árboles, en las galerías frente al escenario de la Quinta Vergara. La pareja de conductores, Antonio Vodanovic y Cecilia Bolocco, se saludaron y dieron el beso tradicional sólo para cumplir, ya que hay una sorda competencia por demostrar quién es la estrella o el dueño de casa. Los 26 años de Vodanovic sobre ese escenario parecen opacados por la ex Miss Universo y su romance de figuración continental con el ex presidente argentino Carlos Menem. Ni el zapateo flamenco del español Joaquín Cortés puso una nota de espectacularidad. Luego vino la voz privilegiada del cantante de color estadounidense Peabo Bryson, quien hizo lo justo y recibió una tibia aprobación, pues no se le conocen temas en boga y llegó más que nada como el ganador de la mejor canción que pasó por Viña, "Let me try Again", que inmortalizara Frank Sinatra. Lo realmente bueno llegó con los mariachis y bailarinas de Pedro Fernández, a quien el público no quería dejar ir, como un claro reconocimiento de que era el plato fuerte de la inauguración. Como premio se llevó la Gaviota de Plata, que el "monstruo", el público de Viña, exige para sus artistas predilectos. Sin embargo, al terminar su show, la concurrencia no se movió y asistió a la competencia folclórica del Festival, que este año es latinoamericana. Lo más rescatable fue la participación de figuras de la talla de los chilenos Horacio Salinas (Inti Illimani) y Patricio Manns, a dúo, y el mexicano Tavo Lara, con su huapango. La competencia internacional, con cinco canciones en escena, estuvo como siempre en segundo plano y ninguno de los temas asoma como posible hit veraniego, que es el objetivo final de la premiación. Para cerrar la noche, en lo que debió ser el plato fuerte de la jornada inaugural resultó ser un fiasco. Se presentó el grupo multinacional Vengaboys, cuyo show estuvo marcado por mucho baile, estómagos planos y la belleza de las dos chicas, así como por el ritmo y la invitación al público a liberar las tensiones. En cuanto a la parte vocal, sin embargo, la banda no parece tener demasiada experiencia cantando.
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