San Pablo. - El hallazgo de los cuerpos de tres reclusos en la penitenciaría de Andradina, y de uno en el complejo de Carandirú aumentó a 19 el número de muertos en el motín que sacudió hasta el lunes a 29 establecimientos penales del estado de San Pablo, anunciaron las autoridades brasileñas. La nueva cifra divulgada por la Secretaría de Administración Penal de San Pablo todavía no es definitiva, ya que las autoridades aún no finalizaron la inspección en cinco pabellones del complejo de Carandirú, que alberga a 11.000 presos y es el más grande de América Latina. La rebelión, comandada por la organización delictiva Primer Comando de la Capital (PCC), que domina la mayoría de los penales de San Pablo, estalló en Carandirú el domingo, durante el horario de visitas, y rápidamente se propagó por otros 28 penales de 18 ciudades del más rico estado de Brasil. En total, según los cálculos de las autoridades, 27.300 presos participaron en el motín, en el que unas 7.000 personas fueron hechas rehenes. El poder de coordinación demostrado por el PCC sorprendió a las autoridades, que hasta hace pocos meses negaban incluso conocer la existencia de esa organización de reclusos, que basa su fuerza en el comercio de droga dentro de los penales y extorsiones a otros presos, además de financiar fugas de comisarías y penitenciarías y grandes asaltos. Según la red televisiva Globo, se calcula que el PCC mantiene un fondo equivalente a 25 millones de dólares, que utiliza también para sobornar a funcionarios de los penales y para hacer ingresar en las cárceles armas y teléfonos celulares. Tras el "supermotín" del domingo, la asociación de agentes carcelarios de San Pablo amenazó ayer con iniciar una huelga, ante el temor al estallido de una guerra en los penales. "Podrá correr sangre, y muchos podrán morir. La megarrebelión todavía no ocurrió. La del domingo fue tan sólo un ensayo", expresó el presidente del sindicato, Newton de Oliveira. Dirigentes de la asociación denunciaron que, en muchas penitenciarías del interior del estado de San Pablo, los reclusos disponen hasta de granadas y lanzamisiles.
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