Año CXXXIV
 Nº 49.035
Rosario,
miércoles  21 de
febrero de 2001
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Editorial
Excusas inadmisibles

Sin dudas inadmisibles resultan las excusas que tanto la empresa privada que explota el servicio como la Municipalidad dieron con motivo del reciente accidente ocurrido en el cruce ferroviario de bulevar Seguí y Felipe Moré. Como se recordará, en ese lugar estuvo a punto de consumarse una tragedia enorme, como consecuencia de que un tren arrolló a un remise que, con su chofer y una pasajera a bordo, había quedado atrapado en un gran bache. En virtud de que el convoy circulaba despacio y arrastró al coche nada más que 15 metros, sólo hubo que lamentar quebraduras y heridas menores en quienes resultaron sometidos a tan insólita contingencia.
Este accidente sirvió para actualizar de manera dramática, por cierto, el grado de deterioro y abandono que presentan muchos de los numerosos paso a nivel sin barreras existentes en la ciudad. Los altos pastizales, los numerosos baches y las villas de emergencia que las rodean convierten a esas vías de circulación en zonas de enorme riesgo. Este es un hecho de la realidad que no puede negarse y para cuya constatación sólo hay que llegarse hasta esos lugares o escuchar el relato de las experiencias vividas por infinidad de conductores.
Está claro que tan grave situación obedece a que aquellos a cargo de la reparación y el mantenimiento de esos cruces ferroviarios no cumplen con sus obligaciones. En el caso del reciente accidente, la empresa privada que explota el servicio -Ferrocarril Belgrano Cargas SA- deslinda responsabilidades en la Municipalidad, mientras que, a su vez, en gran medida ésta se las retorna a la concesionaria. Sea uno u otro el responsable (o ambos, que es lo más racional) el resultado concreto que padecen todos los automovilistas que circulan por esos lugares es que una tarea tan necesaria e importante como esa no se cumple, o que si ello es así, sucede de manera harto deficiente.
Por el azar, el accidente que se comenta no acabó en una enorme tragedia. Frente a esa situación que, de no mediar un cambio radical, puede volver a repetirse, las excusas en cuanto a que la responsabilidad es de uno o de otro suenan a sarcasmo macabro, imposible de aceptar. Ni la empresa privada que presta el servicio ni la Municipalidad pueden ignorar por más tiempo las responsabilidades que comparten. Ambas, de manera coordinada, deben poner en marcha los mecanismos necesarios para acabar, de una vez por todas, con esa verdadera trampa mortal que representan muchos cruces ferroviarios. Ojalá que alguna nueva violación a tan indelegable deber no sea traída a la consideración pública por una muerte que finalmente haya que llorar.


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