Año CXXXIV
 Nº 49.033
Rosario,
lunes  19 de
febrero de 2001
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Una vuelta de tuerca al descontento y la polémica en torno a las confiterías
La cercanía de los boliches reduce el valor de los inmuebles hasta un 30%
Otra variable es el tiempo que se tarda en vender. De noche, ruidos y desmanes; de día, espacios "muertos"

Carla Rizzoto

La eterna protesta de los vecinos en torno a la cercanía de los boliches bailables tiene esta vez una vuelta de tuerca en el sector inmobiliario: algunos agentes calculan que la proximidad de una confitería puede reducir hasta un 30 por ciento el valor de una propiedad. Otros no arriesgan porcentajes, pero en voz baja admiten que a veces las viviendas son "invendibles". Otra variable puede ser el tiempo que lleva poder cerrar un negocio en esas zonas. Los ruidos, desmanes y la gran afluencia de gente son factores negativos determinantes a la hora de tasar un inmueble y también al momento de decidir una compra. Los arquitectos se suman a esta afirmación: la mayoría evita construir en las zonas de movida nocturna.
"Obviamente que la cercanía de un boliche desvaloriza la propiedad", afirmó el integrante de la Corporación de Empresas Inmobiliarias Pedro Mackey, para afirmar que "también dificulta la venta porque casi nadie quiere vivir al lado de un lugar donde se paran 500 chicos gritando y donde la música está a todo lo que da".
Las palabras del presidente de la Cámara de Empresas Inmobiliarias, Alberto Bertollo, son más cautelosas. Sin embargo, no duda al asegurar que "la venta se hace más difícil, como sucede con una casa que está al lado de un hipermercado o de una escuela". Además, el especialista admite que "las personas no quieren verse agobiadas por un gran movimiento de jóvenes y ruido".
Edgardo Kaial, experto en negocios inmobiliarios, no arriesga un porcentaje de desvalorización de la propiedad como producto de la vida nocturna, pero sí sabe que tiene incidencia a la hora de la venta, sobre todo en el tiempo que demanda conseguir un comprador.
"En zonas como Córdoba entre Santiago y Pueyrredón hubo gente que tardó hasta cuatro años en poder vender, era imposible con L'Inferno cerca. La gente no quiere saber nada por una cuestión de tranquilidad, por eso vender se vuelve complicado. Lo peor es que cuando los vecinos compraron quizás no había boliches, que después se instalaron y les desvalorizaron terriblemente la propiedad. Y si después quieren vender y no lo consiguen, pueden llegar a la desesperación de poner cualquier precio", remarcó Kaial.
Para los dueños de las inmobiliarias, la proximidad a los boliches es uno de los tantos factores que se tienen en cuenta en el momento de tasar una propiedad. "Siempre se contemplan los servicios que hay en la zona, las vías de acceso y la infraestructura que rodea la vivienda, como las escuelas, comisaría, comercios y empresas telefónicas y de cable", explica el secretario de la Cámara de Inmobiliarias, Pablo Porta.
Si bien Porta asegura que es un detalle "importante" a la hora de fijarle un valor al inmueble, recalca que "ninguno es un limitante de venta". A su juicio, el precio de las casas próximas a los boliches ubicados en Rivadavia el 2400 y 2500 aumentó, "porque es una zona que tiene parque enfrente, con transporte, cerca del río y porque tiene una proyección para el futuro".
Por el contrario, Mackey afirma que la valorización de la propiedad "baja entre un 20 y 30 por ciento con una confitería cerca", y subraya: "Podés tener mil metros de espacio verde enfrente, pero a 500 chicos los tenés en la puerta de tu casa y a la música la sentís como si estuvieras dentro de la confitería pero en tu habitación".

El drama de Corrientes
"¿Un 30 por ciento cayó el valor de las propiedades? ¡Y un 40 también! ¡Y las ventas, un 50; y el 60 por ciento de los negocios cerraron!". Héctor Vergara, presidente de la Asociación de Amigos de la Calle Corrientes, es contundente y hasta efusivo al analizar el "terrible perjuicio" causado por "una serie de factores", entre los cuales tiene "peso fundamental" la cercanía de los boliches. La gente de calle Corrientes volvió al ruedo desde hace algún tiempo por el funcionamiento de boliches en esa avenida, sobre todo cerca de Wheelwright.
"El ambiente de estos negocios es malo", dice Vergara, para ejemplificar: "Aquí hay un boliche, Cassino, que no tiene habilitación para funcionar, que sigue abierto y que para colmo se llena de malvivientes. ¿No saben eso las autoridades?", se preguntó. "La consecuencia es que antes muchos locales que servían como negocios debieron cerrar y convertirse en depósitos, y ahora ya no sirven para nada", lamentó.
A su juicio, "están promoviendo la radicación de grandes negocios en la periferia y se están olvidando del centro de la ciudad. Lo están despoblando, lo dejaron sin protección".
Otro tema es que los boliches se convierten en lugares muertos durante el día, lo que contribuye también en forma negativa.

"Nunca edificaría cerca"
Néstor Véscovo, como muchos arquitectos de Rosario, tiene como principal premisa no construir en zonas de ruido: "Nunca edificaría cerca de un boliche", dispara. A la hora de elegir un terreno, opta por una buena ubicación y una zona con vías de comunicación, porque piensa en "la facilidad de venta". Para él, la proximidad de las confiterías "baja el valor de la propiedad porque estar cerca de un boliche es tortuoso".
Para algunos expertos del rubro inmobiliario ese factor influye tanto como la proximidad de una casa mortuoria, mientras que para otros "es una realidad totalmente diferente". Mackey asegura que "en las cocherías no hay tanto lío de gente. Puede que haya alguno al que no le guste vivir al lado de una casa velatoria, pero son los menos".
Lo cierto es que, con más o menos contundencia o precisión, todos opinan que la movida nocturna no favorece mucho al mercado inmobiliario, donde los negocios se hacen de día.



El movimiento y el ruido son factores negativos.
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