La problemática más grande que tiene el Poder Ejecutivo nacional es la falta de cohesión y homogeneidad, cuando no la abierta divergencia, en el seno de la coalición que lo llevó al gobierno. Al presidente Fernando de la Rúa le preocupan más los pensamientos y acciones de sus aliados y correligionarios que las del opositor Partido Justicialista. Tantas contradicciones, enfrentamientos y disputas en la alianza gobernante suponen, para el peronismo, una ventaja política a la que, paradójica, pero razonablemente, algunos dirigentes opositores le temen. "No nos podemos poner contentos con lo que sucede en el seno de la Alianza -dijo un viejo militante justicialista de nivel nacional- porque aquí se corre el riesgo de que el país se hunda y nos hundamos todos".
Como si no alcanzara con ello, agregó: "Es cierto que todas estas incertidumbres que tiene el oficialismo nos posiciona favorablemente, pero yo creo que al presidente lo están jaqueando muy fuerte desde su mismo bando, y esto es muy peligroso para todos los argentinos. Algunos señores de la Alianza -remarcó- tienen actitudes poco responsables". La sentencia parece dirigida al ex vicepresidente Carlos Alvarez y al ex presidente Raúl Alfonsín y a todos aquellos que, como la diputada Elisa Carrió, en los últimos días se han lanzado al embate impulsados acaso por causas justas, pero blandiendo armas de uso peligroso y con actitudes poco meditadas.
Y así, lamentablemente para los argentinos, siguen las discrepancias y encontronazos dentro de la alianza gobernante y las operaciones políticas, que traen como consecuencia la desestabilización, de los que están reñidos con la postura presidencial. El camino lo abrió Chacho Alvarez cuando renunció a la vicepresidencia y los mercados tambalearon. Desde allí hasta estos días las disputas siguen y no parecen tener visos de que acaben. Después fue Alfonsín, con sus críticas a la paridad monetaria y los mercados volvieron a conmocionarse. Los desencuentros siguieron con la reticencia del Frepaso a votar la reforma de la ley previsional y la clara oposición del mismo frente y del alfonsinismo a mantener el voto junto con los Estados Unidos por la cuestión de los derechos humanos en Cuba.
Hoy la discordia es por la permanencia del titular del Banco Central, Pedro Pou, a quien Alfonsín y Chacho Alvarez quieren ver afuera de la casa que regula la política monetaria del país. La consecuencia no tardó en aparecer: nueva conmoción en la estructura financiera argentina y el riesgo país aumentó del 6,76 por ciento al 6,98 por ciento en pocas horas. Aún cuando el blindaje financiero ningún beneficio reportó a los angustiados bolsillos de los argentinos, al menos sirvió para garantizar que el país no se desbarrancara en un abismo financiero insondable. Pero luego de la euforia por tal logro, todos advierten hoy lo efímero que puede resultar aquello sino se acompaña con medidas y actitudes responsables.
Pero tal cautela brilla por su ausencia. La diputada nacional Carrió, al responderle al jefe de gabinete, Chrystian Colombo, respecto del lavado de dinero que ella investiga, ha sostenido literalmente que "no confiamos en ninguna autoridad argentina". Si ella, que forma parte de la coalición, sospecha y duda de sus propios camaradas, ¿qué puede pedirse al resto del mundo? Las palabras de la legisladora chaqueña tuvieron un efecto devastador, aunque, claro, seguramente han servido para aumentar su rating político con miras a la candidatura de senadora nacional. Al fin y al cabo, todo o casi todo en este país, por estos días, se hace con las expectativas puestas en la campaña electoral.
De poco sirven las recomendaciones del presidente para que "cesen los trascendidos" y las expresiones inoportunas en el seno de la coalición. El diputado frepasista Alejandro Peyrón, asesor económico de Chacho Alvarez, embistió contra Pou y el mismo Chacho no dejó de aplicar otro masazo y le dijo al gobierno que "no debe aceptar esa falsa idea de que las investigaciones por los carriles institucionales hechas a fondo interfieren la marcha de los mercados o de la economía". Claro que de este pensamiento ni él mismo debe estar absolutamente convencido.
Despreocupado porque la Alianza se encarga de desangrarse sola, el peronismo, de la mano de los gobernadores Carlos Ruckauf, José Manuel de la Sota y Carlos Reutemann, ajusta su estructura interna con miras a épocas electorales. Aquí en Santa Fe, todo gira por ahora en torno de quién será el sucesor, por ocho meses, del fallecido senador nacional Arturo Di Pietro, y en ese marco el gobernador baraja algunos nombres, pero más que nombres perfiles.
Un lastre llamado Massat
Perfiles sí, porque Reutemann debe contrarrestar el lastre que significa la figura del cuestionado Jorge Massat. Miguel Angel Robles podría ser una de las figuras para ocupar la banca si se tiene en cuenta que -como dijo un miembro del consejo del Partido Justicialista- "es un hombre no cuestionado" ¿Pero le alcanza a los santafesinos y al propio gobernador con sólo esa virtud? Claro que no, y la misma reflexión se hacen quienes apuestan por el joven y "activo" Esteban Borgonovo, quien además de ser una persona honesta cuenta con un perfil político interesante.
Para el reutemismo, por otra parte, la aparición del ex secretario general de la Presidencia Alberto Kohan como candidato a senador nacional por Santa Fe no deja de ser una "candidatura incómoda", según lo expresado por una autoridad del justicialismo. En efecto es así porque de alguna manera Kohan rompe con la hegemonía del Lole para estas internas.
El ex secretario de Menem no sólo tiene "oxígeno" para soportar una campaña, sino cintura política, el aval del siempre vigente e influyente Carlos Menem y el apoyo de no pocos intendentes de la provincia, entre otros sectores.
"Por ahora amaga con fuerza", dijo resignado un dirigente peronista que, obviamente, pertenece al staff del gobernador y que adelantó que Kohan ya le puso de manifiesto a Reutemann en forma personal su intención de postularse.