Washington. - A menos de un mes de ocupar la presidencia, George W. Bush ordenó un bombardeo de represalia contra las fuerzas del jefe del gobierno iraquí Saddam Hussein. Aunque insistió que se limitó a respaldar la decisión de sus comandantes militares, la orden puso de relieve que el mandatario actuará con firmeza contra el viejo enemigo de su padre, su vicepresidente y su secretario de Estado.
Bush y otros funcionarios gubernamentales insistieron que el bombardeo no fue una escalada militar contra Irak, sino la continuidad de la política actual norteamericana hacia ese país. Pero, la medida conllevó una advertencia política contemplada en la orden emitida el jueves.
"El presidente Bush indicó que no está interesado en mantener simplemente la apariencia de contener" a Saddam, expresó el representante republicano Henry Hyde, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso.
Charles Duelfer, que fue subdirector del organismo de la ONU de inspección de armamento, aseguró en una entrevista que los iraquíes "podrían haber intentado sondear las intenciones del nuevo gobierno" norteamericano. Bush emitió una declaración que obviamente iba dirigida a Saddam: "Continuaremos imponiendo las zonas de exclusión aérea hasta que el mundo decida lo contrario".
La visita de Powell a la región
Las zonas de exclusión aérea nunca fueron populares con los aliados, salvo Gran Bretaña. El ataque tuvo lugar una semana antes de que el secretario de Estado Colin Powell, que fue jefe del Estado Mayor Conjunto durante la guerra del Golfo Pérsico en la que las fuerzas aliadas expulsaron a Saddam Hussein de Kuwait, inicie una visita de cinco días a la región, incluyendo una escala en Kuwait.
Algunos analistas plantearon la posibilidad de que la inminente visita de Powell fuese un factor en la decisión de efectuar ahora el ataque, en lugar de postergarlo para más adelante. El secretario de Estado expresó que es partidario de modificar las sanciones contra Irak para aliviar su impacto en la población civil, aunque manteniendo el embargo de armas y el control de la ONU sobre los ingresos petroleros de Irak.
Otros asesores de Bush son partidarios de adoptar una actitud más tajante, incluyendo un mayor respaldo a los grupos disidentes que intentan derrocar a Saddam.