La muerte de Patricia Alejandra Azcurra sacudió la habitual modorra de Acebal. En ese pequeño pueblo casi nadie puede creer lo sucedido. Y menos aún, los familiares de la mujer. Reunidos en la plazoleta Rincón José Hernández esperaban bajo la sombra de frondosos árboles las novedades desde Rosario. "Esto parece una película. No lo puedo creer. Parece mentira que nos esté sucediendo esto. Todavía no puedo comprender que mi hermana esté muerta", dijo Alberto, un hombre robusto que apenas podía contener las lágrimas ante el cronista de La Capital. Si bien todos tenían catalogado a Lescano como un "hombre de temperamento fuerte", nadie imaginaba que llegaría tan lejos. El dolor de los familiares se mezclaba con la angustia por los hijos de la pareja, de 7 y 11 años. "Nadie esperaba esto", coinciden. El matrimonio siempre vivió en el pueblo, donde también están radicadas las familias de ambos. Además de ser ama de casa, Patricia hacía trabajos de costura. Lescano trabajó en las comisarías de Piñero, Pueblo Muñoz y Alvear.
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