Año CXXXIV
 Nº 49.025
Rosario,
domingo  11 de
febrero de 2001
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Análisis político
Algo más que un incidente diplomático

Isidoro Gilbert

Cuba abrió heridas en el seno de la Alianza, aunque el discurso de Fidel Castro une por ahora a la coalición. El tema supera la coyuntura de los agravios.
Al oficialismo lo aqueja una duda: ¿por qué el cubano la emprendió con un lenguaje tan duro? Primera impresión: "Castro se dirige a la Argentina para que lo escuchen otros países, los mexicanos especialmente, cuyo voto en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU podría cambiar". México pasa de apoyar a La Habana a la abstención con la administración anterior, pero aunque se desmintió una versión del Miami Herald de que se pasaría a la condena, una fuente mexicana explicó: "México de momento no está patrocinando ninguna resolución pero está considerando entre votar a favor de la condena y abstenerse. Acaba de estar en La Habana la subsecretaria de Derechos Humanos, Marie Claire Acosta, para mediar por la libertad de dos diputados checos y sondear a los cubanos sobre reacciones ante un eventual cambio de posición". Lo objetivo: el canciller Jorge Castañeda estará en Cancún con sus pares de Colombia y Venezuela, y México utilizaría el eje Chávez-Castro, para buscar compromisos en una serie de conflictos y hay que prestar atención.
Otra inquietud: ¿qué razones llevaron al embajador cubano a afirmar que "nos dieron una puñalada por la espalda?". Fuentes confiables cuentan que antes de la primera votación de abril pasado en Ginebra alguien pudo haberse ido de boca, anticipándoles a los cubanos un cambio del voto que venía imponiendo Carlos Menem en la última década. Algunas personas mencionan el nombre de Leandro Duspuy, representante argentino ante ese organismo y que hoy quisiera presidirlo. "Vas a tener todos los focos sobre vos", le advierten, conocedores de que es partidario de la abstención, como lo está el presidente de su partido, Raúl Alfonsín, con quien se vio dos veces la semana pasada, junto al embajador argentino en La Habana, Oscar Buda Torres Avalos, con la misma posición.
Hace un año, la postura la tomaron secretamente el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini con el presidente Fernando de la Rúa y cuando trascendió generó el primer gran enfrentamiento en el seno del gabinete nacional, con el aún vicepresidente Carlos Chacho Alvarez, los ministros Federico Storani, Nicolás Gallo y Graciela Fernández Meijide y el entonces jefe del Gabinete, Rodolfo Terragno, en contra de la postura explicada como una "necesidad estratégica".

Un voto convencido
"Adalberto (Rodríguez Giavarini) no tiene dudas por un voto condenatorio, lo cree con franqueza", dicen aún los que no comparten su posición. Con eso quieren sostener que el sufragio que propiciaría para abril no es ningún quid pro quo por el respaldo de Washington al blindaje, la tabla de salvación de la Alianza cuando iba camino a la cesación de pagos. Ni tampoco una adecuación a la nueva realidad de la Casa Blanca, donde George W. Bush surge como un continuador de la política dura contra Cuba, tanto por sus relaciones con el sector más agresivo de la comunidad cubano-americana que lo ayudó en Miami para que llegara a donde ahora está. Cabe preguntar por qué no aplica el mismo criterio frente a China Popular, que no es un dechado de virtudes en materia de derechos humanos.
Por la ausencia de pluralismo de partidos es que Chacho Alvarez no dudaría en condenar a La Habana. "Pero es seguirle los pasos a los EEUU, interesados por su política externa en aislar a Cuba. No tenemos que ser seguidistas y debemos coordinar con Brasil", que es como sostener la abstención, les dice el ex vice a los suyos y al canciller. Una fuente insospechable afirma que así como el ministro tiene posición personal adoptada, el presidente le prometió a Alfonsín que antes de adoptar la suya, escuchará todos los argumentos. Aunque esto fue con anterioridad a los retruécanos de Fidel y la escalada verbal, el voto no sería influido por esta guerra verbal. Ahora una gestión oficiosa extra-Cancillería busca sacar al diferendo del griterío.

De la Rúa prometió consultas
El presidente pensó que era preferible que la Argentina -que hace un año acordó con Chile la condena- siguiera los pasos de Ricardo Lagos, que retiró a su país de la comisión ginebrina, pero el canciller no respaldó la idea. En el encuentro entre Rodríguez Giavarini con Colin Powell se habló de Cuba. Un vocero juró a este diario que no se abordó Ginebra, que el ministro, después que Powell introdujo el tema, sostuvo lo obsoleto del bloqueo, criterio que compartió el secretario de Estado, pero "que dependía del Congreso levantarlo". Conocedor de que EEUU insistirá en la sanción a la isla parece improbable que desaire al "país que nos ayuda", aun a costa de un costo político interno. Con todo, lo hará después que en los primeros días de marzo le llegue el documento patrocinado por checos y polacos en la Comisión de la ONU.
Castro blandió un cable de la agencia norteamericana AP sobre la supuesta decisión argentina. Quienes lo conocen saben que lee de todo, pero que privilegia los informes de la inteligencia cubana, que puede haberle reportado la postura del canciller desde Buenos Aires o Miami. Y les cree. No se equivocó y lo hizo blanco de los ataques (no el presidente): el líder cubano actúa como convencido de que la Argentina lo condenará y trata de pegar a la Alianza con el blindaje y el proceso de extranjerización de la economía, que en realidad, la coalición lo recibió de Carlos Menem. En el oficialismo se quejan: nunca lo sacudió con su verba proverbial a pesar que el ex presidente lo atacó en cuanto foro tuvo a mano y mantuvo vínculos con el exilio más agresivo que llegó a prometerle que una avenida de La Habana llevaría su nombre "cuando caiga Fidel". "Tiene razón Castro, casi toda la economía está extranjerizada", reconoció un ministro y Hugo Moyano, desde otra perspectiva, cree que el comandante ha interpretado al argentino corriente y enojado.

Separar la paja del trigo
En la Alianza no entienden el endurecimiento cubano con otros países latinoamericanos, como ocurrió en Santiago de Chile durante un congreso socialista. El agregado político de la embajada cubana, Eduardo Fuentes, que dialoga con los partidos, suele explicar que en situaciones de dureza externa "nuestro pueblo rodea al Comandante", no obstante conocer que la mayoría de la Alianza no quiere votar contra Cuba. De todas maneras, son valoraciones subjetivas, aunque a los radicales no deja de asombrarlos que Castro haya pasado de la calidez a la hostilidad, conociendo las diferencias en la Alianza.
Cuando Torres Avalos fue designado, a propuesta de Alfonsín, como embajador en La Habana, fue una señal elocuente para distender las relaciones. No bien pisó tierra cubana, Castro lo invitó a la cena de homenaje al ruso Vladimir Putin que brindó la noche de su llegada, un acontecimiento comentado en todo el mundo diplomático de la isla. "Le traigo un saludo de Alfonsín", le dijo el embajador a Castro. "Mándele los míos a mi amigo Alfonsín", le respondió. Esta nueva atmósfera permitió avanzar en las relaciones bilaterales especialmente respecto a la antigua deuda cubana, 1.500 millones de dólares de los tiempos de Juan Perón y José Ber Gelbard, cuando el viejo general ayudó a romper el bloqueo norteamericano obligándoles a empresas de ese país a venderle automóviles a Cuba. Se aprestaba a repetir un viaje para negociar el canje de deuda para empresas argentinas el titular del Bice, Diego Yofre, que la Cancillería resolvió suspender en esta atmósfera cargada.
Alfonsín ha tomado en sus manos evitar que la votación contra Cuba influya en la cohesión de la coalición. La abordará la semana próxima con Chacho en el Grupo de Trabajo, donde estará instalada la propuesta del Frente Grande para refundar el Senado nacional. Para algunos radicales hablar del Senado es como mentar la soga en casa del ahorcado, los irrita, especialmente a los actuales legisladores, pero la idea refundadora de Alvarez tiene apoyo del titular radical. De lo que se trata es de que el proyecto sea bandera electoral de la Alianza y eso es recordar el caso de corrupción, innegociable para Chacho, indigerible para algunos sectores del radicalismo. Es como un sino: en cada problema de fondo hay diferencias profundas entre los socios, que obligan a la negociación permanente, esforzarse por aceptar que una coalición es entre diferentes y que los que surgen como obstáculos debería mirarse como virtudes.

Un aniversario, otro debate
Pero no es tan sencillo. Este año se cumplen 25 años del derrocamiento de Isabel Perón, que desbrozó el camino al terrorismo de Estado. Es inimaginable que el gobierno esté ausente de las ceremonias de rememoración que se convertirán en acontecimiento nacional a medida que se acerque la fecha del 24 de marzo. De la Rúa ordenó reducirle la importancia a la difusión del Informe Conadep II que prepararon la subsecretaría de Derechos Humanos y entidades humanitaristas, un prolijo detalle sobre el número real de detenidos desaparecidos, presos políticos, bebés secuestrados en cautiverio y otros elementos sobre la gran tragedia argentina del siglo veinte. "Debe ser sólo un banco de datos", piensan en el Ministerio de Defensa, donde no quieren que el aniversario ponga nuevamente en el banquillo de los acusados a las FF.AA. El ministro Ricardo López Murphy hablará en marzo; no el 24, sino el día que se inicia el año militar. No soslayará la catástrofe institucional que "sacudió a los civiles y militares" pero con "la mirada puesta en el futuro", dice una fuente.
De la Rúa respeta mucho la opinión de su ministro de Defensa, entre otros motivos porque pudo mantener a las FF.AA. en sus fines profesionales, pese a los "terribles recortes de gastos", y conseguir que sean parte de lo que denomina la previsibilidad argentina, entre la que sobresalen las seguridades jurídicas y fiscales, base filosófica del plan económico. Pero el Frepaso no piensa que el 24 de marzo deba tener un bajo perfil. El jefe de la bancada de la Alianza, Darío Alessandro, presentó un proyecto de ley que se discutirá en los primeros días de marzo por el cual se declara al 2001 como Año de la Memoria, para que en sesiones especiales el Congreso se reúna "en un acto solemne de reafirmación de la democracia y de repudio al terrorismo de Estado".
La iniciativa, con consenso en el peronismo y un sector de la Unión Cívica Radical, obliga a que el Poder Ejecutivo disponga que en todos los establecimientos de la administración pública, incluso escolares, se realicen actos similares y con el mismo objetivo en los cuarteles militares y sedes de las fuerzas de seguridad, donde "deberá leerse un documento que a tal efecto realizará la Subsecretaría de Derechos Humanos o quien disponga el Poder Ejecutivo". Va de suyo que este punto va dirigido a rebasar la resistencia de quienes dentro del gobierno frenan los actos de rememoración creyendo que la alfombra tapa la memoria.



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