Año CXXXIV
 Nº 49.025
Rosario,
domingo  11 de
febrero de 2001
Min 22º
Máx 27º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Editorial
Massat, un daño que crece

En una demostración más de que para algunos la propia palabra carece de la firmeza que otorga el noble y saludable sentimiento de la vergüenza, Jorge Massat continúa sin concretar su alejamiento del Senado de la Nación. Alejamiento por él mismo anunciado explícitamente con el fin, dijo, de defender su honestidad, puesta en serio entredicho a raíz de las denuncias de una sobrina que el legislador prometió desbaratar en la Justicia. La persistencia de situación tan anómala implica un daño institucional enorme, que se retroalimenta sin cesar.
Lo dicho tiene fundamento en cuanto a que su caso es más indubitable que el que envuelve a otros miembros de Cámara alta respecto de un supuesto soborno, también noticia de vasta y permanente consideración pública. Lo es porque el santafesino ha sido acusado, de manera concreta y con pruebas aparentemente irrefutables, de haber obtenido, a poco de dejar de ser el mero empleado en un ingenio, logros comerciales espectaculares, con un fabuloso movimiento de dinero en efectivo que supera cualquier razonabilidad. Todo, por supuesto, potenciado de manera increíble a partir de su asunción senatorial.
Salvo la negación verbal de las imputaciones que acabó resultando cada vez más difusa hasta prácticamente desaparecer, ningún argumento o documento serio ha hecho público Massat con fundamentos válidos suficientes como para desvirtuar la denuncia de su familiar. En consecuencia, nunca como en este caso surge como imprescindible necesidad de profilaxis política su alejamiento perentorio de la alta función para la que fue inmerecidamente investido. Alejamiento que él mismo en persona prometió a su mentor, el gobernador Carlos Reutemann, a poco de estallar el gran escándalo.
Sin embargo, el tiempo pasó y en un llamativo alarde de apañamiento por parte de sus también cuestionados colegas, que a su propio posterior ruego no consideraron la renuncia, sigue ocupando una de las más altas posiciones de la República. Moral y políticamente, su situación es insostenible y representa un agravio que continúe prolongándose, como sucede en la actualidad.
A esto se agrega ahora una advertencia del gobernador santafesino, quien acaba de hacer pública su preocupación porque el caso del controvertido senador pueda servirle a la oposición para "ensuciar la campaña" electoral de este año. Si esta eventualidad llegara a definirse en tal sentido, importaría menos que el enorme daño a los siempre superiores intereses institucionales que representa el no estar dispuesto a asumir responsabilidades políticas y personales. Empero, por una cuestión de elemental fidelidad, es un argumento más que debería pesar en el ánimo del protagonista esencial de esta historia bochornosa. Aunque esto, quizá, sería pedirle demasiado.


Diario La Capital todos los derechos reservados