Año CXXXIV
 Nº 49.025
Rosario,
domingo  11 de
febrero de 2001
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Un buen punto
Argentino igualó sin goles en su visita a Atlanta

Rodolfo Montes

Al fútbol sin goles es lícito interpretarlo como un espectáculo sin el ingrediente fundamental. Carente de la emoción máxima. Pero el cero entre Atlanta y Argentino en Villa Crespo mantuvo los corazones de los dos mil espectadores y de todos los protagonistas latiendo bien fuerte, hasta que Amílcar Sandanella pitó el final.
Sobre un césped casi lujoso para la divisional, bohemios y salaítos hicieron un partido entretenido y el empate final fue festejo para el visitante y frustración para el local, que no pudo resolver un resultado favorable después de jugar 78 minutos con un hombre más.
En los minutos iniciales Atlanta ponía fervor y pocas ideas; Argentino anticipaba en el medio y salía en velocidad, principalmente por los pies de Mellado, quien tuvo un rendimiento creciente y terminó consagrándose en la gran figura de la tarde.
El árbitro puso su cuota de desatino, sobre todo en el primer tiempo, cuando sacó cinco amarillas y una roja para David Montú, condicionando el desarrollo del partido. El zaguero de Argentino cometió una falta que fue más un acto torpe y espectacular que violento, y Sandanella lo expulsó con roja directa.
Desde ese minuto 12 empezó un partido distinto. Atlanta quiso hacer valer su localía, se apropió cada vez más del balón y buscó el área de Martín Barrios. Pero casi nunca la encontró.
Lo más destacado por el lado bohemio fue un inteligente trabajo de Víctor Paredes, que en posición de wing derecho logró poner varios centros al corazón del área. El más claro se lo perdió Santa Cruz a los 36', con un bombazo que se fue rozando el travesaño. Argentino construyó la mejor jugada a los 43', pero Fernando Gómez no supo definir su primer mano a mano (a diez del final se comió un gol imposible).
El complemento fue la etapa de la impotencia local. Y del surgimiento del alma, la convicción salaíta para no perder, apoyada en la figura de Diego Corman, quien sacó todo lo que le tiraron, muchas veces sin sutilezas, pero en forma efectiva. Y también Mellado, que en soledad aguantó la pelota lejos de su arco, y se las ingenió para generar dos situaciones de gol, a los 75' y 80', cuando parecía que Argentino había resignado toda la vocación de atacar.
Para el equipo rosarino el cero tuvo valor, porque jugó con diez hombres, porque no le permitió al local exhibir superioridad, más allá del dominio de pelota y porque pudo ganarlo en dos jugadas colectivas que terminaron en sendos mano a mano, que por centímetros no fueron gol.



Pusineri se anticipa y se queda con la pelota.
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