 |  | Editorial Convivir con perros
 | Las aristas decididamente dramáticas del caso del niño atacado por un dogo que convivía en su hogar sacudió a la opinión pública. Y no fue para menos, ya que se trató de una desgraciada circunstancia que bien pudo haber derivado en una tragedia enorme, como que los dientes del animal produjeron la fractura del cráneo de la víctima. Felizmente, el pequeño ya cuenta con su salud recuperada y el animal ha sido trasladado a otro lugar, desapareciendo con ello la eventual repetición del ataque. Este caso, que generó polémica entre quienes aprueban y aquellos que cuestionan la convivencia en el hogar de niños y canes de gran porte, permitió conocer algunos datos estadísticos poco difundidos sobre hechos similares. Se trata de datos que muestran que los ataques de esas mascotas son más comunes y serios de lo que puede pensarse. Y más todavía: que en los últimos tiempos tales agresiones experimentaron un crecimiento que amerita una mayor atención del problema. Ello si es que quieren evitarse males mayores. De acuerdo con estadísticas del Instituto Antirrábico Humano del Hospital Carrasco, durante el año pasado hubo que atender a 1.898 personas atacadas por canes. En otras palabras: la repartición tuvo que aplicarse a curar un promedio de cinco pacientes por día, con picos de consultas en verano. Ello debido a que durante esos meses los animales están más sueltos y hay más movimiento en las calles, o en los días anteriores y posteriores a la fiestas, que es cuando el sonido de la pirotecnia agrede con mayor intensidad y persistencia al delicado órgano auditivo de esos animales. Otro dato a considerar es la evolución anual de tales casos, que ha experimentado un deterioro significativo. Al respecto, cabe tener presente que en 1996 se atendieron 1.822 personas, que disminuyeron a 1.723 en los 12 meses siguientes, para luego remontar la pendiente de manera contínua. Así, en 1998 hubo 1.781 consultas, y al año siguiente, 1.866. Finalmente, en 2000 se llegó a las 1.898 ya mencionadas. Tales guarismos hablan con claridad de que, lejos de estar más controlado, el problema de las personas mordidas por perros se acrecienta. Esto obliga a la adopción de una actitud más responsable respecto de los requisitos que hay que cumplir para mantener con la debida atención a un can en cualquier hogar. Es decir: si se quiere gozar de la impagable compañía de un ejemplar de esa especie zoológica hay que hacer las cosas bien, cumpliendo con los requisitos que prescribe la ciencia veterinaria y la técnica del adiestramiento correcto. De lo contrario, esa compañía puede encerrar un enorme peligro. El mismo que, por caso, representan las verdaderas jaurías que, sin impedimento alguno, suelen recorrer la ciudad sembrando justificada inquietud entre no pocos habitantes. Esto sea atendido sin olvidar el decadente espectáculo que ofrecen.
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