Julio Ordano comenzó su carrera de director en 1974 como culminación de su formación junto a Agustín Alesso. Desde entonces, ha despuntado el vicio de actor (su primera vocación), la carrera docente y, al mismo tiempo, ha multiplicado sus puestas en escena. En 1976, el éxito de su versión de "Juegos a la hora de la siesta", de Roma Mahieu, inclinó definitivamente su carrera hacia la dirección. A partir de ese trabajo comenzó a ser convocado por los teatros oficiales (Cervantes y Presidente Alvear) y permitió que en su carrera se perfilara el director en desmedro del actor. "En aquel momento -relató- yo hice lo que entendía como «adaptación», eso que ahora llaman «dramaturgista». Trabajé sobre la obra porque había ciertas cosas que no acababan de conformarme. Le expliqué a la autora que íbamos a indagar con los actores y que podían surgir ciertas cambios en el texto, cosa que ella aceptó siempre que no se desvirtuara la pieza", relató. En la opinión de Ordano, la "adaptación" es una necesidad del teatro actual, "en el que el director ha tomado un vuelo diferente al de 20 años atrás, cuando su función se limitaba a interpretar la pieza lo más acorde posible con el pensamiento del autor. "El director -aclaró finalmente Ordano- fue cubriendo cada vez más espacio, estableciendo sus prioridades y terminó metiendo decididamente mano en el material, al que considera como un punto de partida para una recreación que refleje su visión personal".
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