Año CXXXIV
 Nº 49.021
Rosario,
miércoles  07 de
febrero de 2001
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Las maneras de escapar a un pesado compromiso

Fernando Toloza

El Festival de Cine de Berlín tiene la responsabilidad de abrir el año en materia de encuentros de peso internacional. Corre con ventaja en ese sentido porque es el primero y entonces su programación puede nutrirse con lo mejor. Largar primero es algo que no tiene precio y esa lección llegó a la Argentina, que adelantó la fecha de su festival de Mar del Plata para los primeros días de marzo, en vez conservar la tradicional y tardía de noviembre.
En sus más de 50 años Berlín sigue fiel a sus principios. Creado luego de la derrota de Alemania por Estados Unidos y sus aliados, el encuentro sirve de puerta de acceso a Europa de la producción norteamericana con aspiraciones artísticas. El cine ciento por ciento puede estar en la muestra pero no ocupa el lugar destacado. Ese sitio se reserva para las producciones con el sello de cine de autor, como lo es, por ejemplo, "Magnolia", de Paul Thomas Anderson, que el año pasado se llevó el Oso de Oro a la mejor película. Incluso Berlín se da el lujo de abuchear al cine de Estados Unidos que le parece comercial, como sucedió hace dos años con "8 milímetros", la película de Joel Schumacher con Nicolas Cage, que fue silbada cada vez que se proyectó en el festival, como para dejar en claro que no todo lo norteamericano es bien recibido.
Pero el festival también presta atención a la producción asiática, siguiendo la línea que instauró desde hace años Cannes, otro de los grandes encuentros de cine de Europa. En cambio, Latinoamérica, y especialmente la Argentina, no recibió nunca especial atención. Cada tanto alguno película de ese origen era invitada, pero con poca fortuna a la hora de los premios. Este año ese cerco se abrió un poco y llegó "La ciénaga", de la argentina Lucrecia Martel, a la competencia oficial. Tiene por delante un camino difícil, ya que se tendrá que enfrentar nada menos que a directores de la talla de Steven Soderbergh, Spike Lee, Gust Van Sant, Mike Nichols y toda la camada de realizadores asiáticos, de los que en la Argentina se sabe poco, pero que tienen una importante llegada en el gusto europeo.
El festival muestra una cara democrática. Sin embargo su gran pantalla, aquello con lo que vende su importancia, está dada por las caras de los actores de Hollywood que lo visitan. Johnny Depp, Kate Winslet, Kirk Douglas, Juliette Binoche, Anthony Hopkins, Sean Connery y Pierce Brosnan son algunos de los esperados, y de su aparición dependerá el éxito del encuentro, más allá de los ganadores.
Con esta edición del festival se cierra una importante etapa. Después de 21 años Moritz Hadeln, el director de la Berlinale, dejará sus funciones. El gusto que se dio para la despedida fue llenar la programación de cine asiático: cinco filmes en la competencia y una buena dosis en las otras secciones. Dos décadas bajo la misma batuta marcaron un estilo y el festival de despedida querrá reflejar lo logrado en esos años. Esto puede opacar a la muestra y convertirla en una antología histórica y no un mapa del presente del cine, que es la mejor carta de presentación para cualquier encuentro.


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