En los últimos dos años la recesión golpeó el bolsillo de los argentinos, lo que llevó a generar cambios en los hábitos de consumo a más de una familia, que prefiere dejar las grandes compras en supermercados y volcarse más a los comercios de barrio. Los mayores beneficiados de este cambio de tendencia fueron los negocios tradicionales y los hard discount (cadenas de grandes descuentos), que desde 1996 se expanden a un ritmo acelerado. Un estudio realizado por Gautier Consulting Group, revela que el 47.9% de los hogares compra por el canal tradicional, frente al 37% de hace un año. En este sentido, el consumo en los discount pasó del 4.3% en 1999 al 7.3% durante el 2000, casi el doble respecto al año anterior. Sin embargo, esta evolución de los canales tradicionales no implica un crecimiento en la facturación, debido a que los clientes de menores recursos compran poco. En tanto, los consumidores ABC1 mantienen sus hábitos de compra. Las tiendas hard discount comenzaron su expansión en 1996, y según los empresarios del sector este formato tiende a crecer. En países como España y Alemania alcanza el 15% de las ventas minoristas. El concepto de hard discount surgió hace más de medio siglo en Alemania, a fines de la década del 40, ante la necesidad de optimizar el salario como consecuencia directa de la crisis de posguerra. La primera en implementarlo fue la compañía alemana Aldi, que en su supermercado buscaba vender los productos básicos de alimentación al menor costo. Los locales eran fríos y desordenados. El principal atractivo era abastecerse al menor precio de plaza. En la forma tradicional de comercialización, un supermercado traslada a los productos los costos de publicidad, distribución y personal, y ofrece surtidos complementarios para satisfacer otras necesidades. Con el hard discount se eliminaron estos costos, al tiempo que se buscó optimizar la logística. El resultado fue una notable rebaja en los precios. Esta forma de comercialización se convirtió rápidamente en un fenómeno que se extendió por casi toda Europa a través de distintas compañías que utilizan el mismo concepto con distintas modalidades, según el aspecto que quieran priorizar: el producto, el precio o el servicio.
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