Finalmente, el tema del biodiesel llegó al gobierno nacional. Durante una reunión que mantuvieron la semana pasada los dirigentes de tres entidades agropecuarias con la secretaria de Energía, Déborah Giorgi, la funcionaria se comprometió a apostar a los biocombustibles como alternativa al intento fallido de implementar un gasoil especial para el sector agropecuario. La fórmula es la no imposición del Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC) al combustible elaborado a partir de aceites vegetales. Aunque la mayoría de los analistas tributarios coincide en que ese tributo grava por ley sólo a los combustibles de origen fósil, el compromiso del gobierno cayó bien entre los potenciales inversores que reclaman la seguridad de que esta nueva alternativa no sea gravada en el futuro. El secretario de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Ricardo Grether, manifestó a la salida del encuentro con Giorgi, que la funcionaria "ratificó la intención del ministro de Economía de prohibir por decreto el gravamen al biodiesel y a la alcohonafta con el ITC". "La reunión fue muy buena, Giorgi se mostró muy interesada con los proyectos de Santa Fe y de Tres Arroyos para producir biodiesel y pidió que le elevemos los trabajos para avanzar en el decreto que impida que se le aplique el ITC", dijo Grether. Además, subrayó que "se habló de la posibilidad de que se agregue entre el 1 y el 1,5% de biodiesel al gasoil que se consume en la ciudad para disminuir las emanaciones provocadas por el azufre (lubricante del gasoil) que contamina la atmósfera", informó. En Santa Fe hay dos proyectos en marcha para elaborar combustible a base de aceite de soja: el de la cooperativa AFA, que está en etapa de estudio de factibilidad, y el de la empresa Fimaco, de Esperanza, que cuenta con una planta experimental en plena producción. A esto se suma la iniciativa de un conjunto de municipios bonaerenses para producir combustible a base de aceite de girasol y, más recientemente, se conoció la decisión del gobierno de Chaco de experimentar con el algodón. Eso no es todo. Sobre fines de año, directivos de una empresa nacional que representa a fondos de inversión canadienses estuvieron en Rosario reunidos con el vicegobernador de Santa Fe, Marcelo Muniagurria, pionero en la promoción del biodiesel en Argentina. Las banderas del biodiesel fueron tomadas por la Cámara de la industria Aceitera de la República Argentina (Ciara). Su presidente, Raúl Padilla, lo agendó por primera vez como un reclamo del sector durante el acto de aniversario de esa entidad, el año pasado. En ese marco, Padilla instó al gobierno a desarrollar un marco adecuado para lograr que el biodiesel, un combustible producido en base a aceites vegetales, se convierta "en un producto de utilización masiva en Argentina". Fundamentó su pedido en la necesidad de "lograr que el complejo oleaginoso argentino se desarrolle en forma diversificada, haciendo todo lo posible para que la potencialidad de estos granos sea aprovechada plenamente". En ese sentido, remarcó que "el biodiesel es una opción posible" ya que "está demostrada la factibilidad técnica y económica de la producción de combustibles de origen oleaginoso y su utilización ya es una realidad en diversas partes del mundo". La apelación fue hecha en un foro que representa al principal complejo exportador de la Argentina, que en 1999 registró ingresos por 4 mil millones de dólares. Las distorsiones del mercado internacional de productos oleaginosos y la sobreoferta de aceite a nivel mundial obliga a los industriales a mirar el mercado interno. El caso del biodiesel, de implementarse, significaría un cambio radical. Un estudio de factibilidad encargado por el vicegobernador de Santa Fe (principal provincia productora de soja de la Argentina) hizo un cálculo de máxima: estimó un consumo de 12,1 millón de metros cúbicos de gasoil (el combustible más utilizado por la producción) y lo tradujo en un combustible B20, es decir con una mezcla hasta el 20% de aceite vegetal. El resultado fue que para atender esa demanda se necesitarían 13.696.000 toneladas de soja, un 74% de la última cosecha, que llegó a 21 millones de toneladas. Si, en cambio, el biodiesel se aplicara puro, la demanda de soja llegaría a 68.483.146, casi cuatro veces más que la cosecha actual. Con estos datos sobre la mesa, sin prisa pero sin pausa, el complejo oleaginoso fogonea la posibilidad de abrir un nuevo mercado para sus productos. De hecho, hay empresas que están trabajando a nivel experimental. "Esto, que parecía ciencia ficción, comienza a tomar forma, y en el último acto de la cámara de aceiteros se vio la seriedad con que lo está tomando el sector", dijo Muniagurria.
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