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Un futuro para la agroindustria

Normando Giménez

El origen de la inseguridad urbana es complejo. La producción agropecuaria, que desde su inicio arrima recursos genuinos al Estado, ¿puede hacer algo más frente al caos?
Si bien la técnica actual de producir granos no puede contener el crecimiento demográfico, es una obviedad señalar la migración interna de los últimos 50 años. La producción agropecuaria, como soporte de la agroindustria, puede ser el pilar de un proceso inverso, que terminaría con la migración interna y necesariamente tomaría mano de obra disponible en las ciudades, descomprimiéndolas.
Esta decisión es netamente política, es repoblar el interior del país, es educación y trabajo, es sencillamente gobernar.
La agroindustria en las zonas de producción es lo contrario a invertir en cárceles, planes trabajar, asistencialismo demagógico, etcétera. Nos cuesta trabajo hablar del biodiesel, sin poder recordar por qué se desinfló el uso del alcohol elaborado con caña de Jujuy, Tucumán, del norte de Santa Fe, zonas que reclaman con angustia por su desarrollo.
Confiamos en esta vez pueda ser distinto y más serio, porque en nuestra provincia, dirigida por dos productores agropecuarios, el proyecto biodiesel preocupa y lo monitorea el vicegobernador. Porque a nivel nacional hay una promesa de no gravar el biodiesel.
En cuanto a sus bondades, evidentemente anda bien. Una condición necesaria pero para nada suficiente. El problema de nuestra necesaria expansión agroindustrial no es técnico ni de mercado sino de la falta de voluntad política y el haber olvidado del culto al trabajo de nuestros abuelos.
Pero para dejar todo este proyecto de las miniplantas en las manos que corresponden, nuestros industriales necesitan para la fabricación las mismas condiciones a las que acceden los productores, del 7% anual como máximo, del Banco Nación. La agroindustria incluye, necesariamente, proveedores locales, actualizados y calificados.