Hernán Dearriba
Davos, especial . - El Foro Económico Mundial cerró ayer en Davos su edición 2001 sin certezas respecto de cuál será la evolución de la economía estadounidense y con un profundo cambio de humor entre los principales referentes del mundo económico sobre la situación en la Argentina. Los elogios para la marcha de la economía argentina surgieron a lo largo de los debates de referentes de la economía mundial, como el vicedirector gerente del Fondo Monetario Internacional, Stanley Fischer, o el magnate húngaro estadounidense George Soros, cuya popularidad sigue en alza si se tiene en cuenta la cantidad de ejemplares de su último libro que firmó en el Centro de los Congresos. La llegada del blindaje, el mayor liderazgo mostrado por el presidente Fernando de la Rúa en los últimos tiempos, el acuerdo fiscal con las provincias y el Plan Federal de Infraestructura fueron los puntos más elogiados por los distintos participantes y en los que se basó ese cambio de humor. Sin embargo, ninguno de los asistentes al foro que se refirieron a la Argentina se atrevió a vaticinar qué sucederá si la economía no puede mostrar signos de recuperación a lo largo de este año, algo que todos descontaron. El canciller Adalberto Rodríguez Giavarini se llevó en sus valijas esas opiniones positivas sobre la economía argentina, pero también anuncios concretos de inversiones como el de la empresa suiza Nestlé. Por otra parte, la Argentina fue tomada en varias oportunidades como un ejemplo, en particular sobre cómo los salvatajes financieros preventivos resultan más baratos en términos económicos y menos perjudiciales en lo que respecta a sus consecuencias sociales que las asistencias post crisis. Y si de crisis se trata, la mayoría de los debates giraron en esta cumbre de la economía mundial en torno de la desaceleración de la economía de los Estados Unidos, y fue precisamente allí donde se produjeron las más fuertes contradicciones del encuentro. La mayoría de los participantes de los debates coincidieron en que la economía estadounidense tendrá un aterrizaje suave este año, que no llegará a transformarse en una recesión y que, por lo tanto, no afectará al resto del mundo. Sin embargo, la principal preocupación de los asistentes -así lo reveló un sondeo efectuado por los organizadores- es la necesidad de que la Reserva Federal que conduce Alan Greenspan baje las tasas de interés, lo que refleja a las claras las dudas de inversores y analistas sobre sus propias predicciones. Para colmo de males, el Foro de Davos sorprendió a los nuevos habitantes de la Casa Blanca acomodándose en sus oficinas, y el presidente George Bush no envió ningún emisario para desentrañar las incógnitas de los analistas sobre su política económica. Otra ausencia notoria fue la de los representantes de las agencias bursátiles de Wall Street, que en los últimos años habían llegado masivamente a las nevadas montañas de Suiza para convencer a los inversores sobre los beneficios de invertir sus fortunas en las empresas de la nueva economía. La explosión de la burbuja de las acciones informáticas, los traders se tomaron vacaciones y las empresas de la nueva tecnología se afanaron en apoyar publicitariamente el evento, en un intento por revertir la mala imagen que generó entre los inversores la fuerte caída en los valores de las acciones de esas compañías que cotizan en el Nasdaq. La cumbre, convocada bajo el lema " sostener el crecimiento e incorporar a los excluidos", tuvo también su fasceta política, con las movilizaciones de las organizaciones no gubernamentales y entidades opositoras a la globalización que fueron objeto de una brutal represión de las fuerzas de seguridad suizas. Bajo una intensa nevada y con temperaturas bajo cero, el sábado pasado los guardias reprimieron con cañones hidrantes las manifestaciones, que reclamaban mayor participación en los debates. Ecléctico en su agenda, con debates que incluyeron a las nuevas tecnologías, la ópera o el SIDA; controvertido políticamente, el Foro de Davos se despidió ayer con una sesión plenaria en la que representantes de distintas religiones efectuaron un llamamiento a trabajar por una sociedad sin excluidos ni conflictos religiosos y con un desarrollo sustentable.
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