Estos Pumas corajudos y valientes hicieron historia. Aprovechando el apoyo que da la localía y exponiendo algunas razones que superan lo estrictamente deportivo, el seleccionado argentino se dio el lujo de llegar hasta las semifinales de la III Copa del Mundo de seven.
En el primer encuentro de la tercera jornada mundialista, una pelota recuperada por el rosarino Pedro Baraldi, con la que enmendaba un error previo, fue clave en la remontada y posterior triunfo del conjunto argentino sobre Sudáfrica por 14 a 12. La historia dirá sin miramientos que Los Pumas vencieron a los poderosos Springboks por 14 a 12, después de haber ido perdiendo 12 a 0, y que de esa manera se instalaron por primera vez en su historia en las semifinales de la Melrose Cup.
Sudáfrica arrancó con todo ese encuentro. Dos tries en dos minutos ponían a los africanos prácticamente con un pie en las semifinales. Pero Los Pumas se encargaron de echar por tierra esa idea.
Si bien Argentina mostró las mismas falencias que en días anteriores, con respecto a las fallas en las marcas y un apresuramiento inusual producto de los nervios, con alma y corazón dio vuelta el partido. Y lo hizo con la inteligencia de Contepomi, la conducción de Pichot y la entrega de todo el equipo, en especial del tucumano Núñez Piossek, para dar vuelta la historia, objetivo que consiguió casi al terminar el primer período.
En el segundo tiempo la emotividad y las ganas pudieron contra todo. Como si estuviera jugando al rugby de quince hombres, Argentina apeló a un juego corto, cerrado y al ruck para avanzar en el terrreno y no exponer la pelota innecesariamente. También tackleó a destajo, en ese rubro sobresalió la figura del cordobés Leonelli, y el marcador no sufrió variantes, lo que favoreció a los locales.
En las semifinales los locales debieron jugar ante Nueva Zelanda. Argentina comenzó bien ese encuentro bajo la batuta de Pichot y, jugando muy juntos, presionaron y llevaron a Nueva Zelanda contra su propio ingoal. Fueron 4 minutos y medio en que Los Pumas tuvieron a los All Blacks dentro de sus 25 yardas, pero les faltó definición.
No pasó lo mismo con Nueva Zelanda, que las dos veces que pasó la mitad de cancha logró marcar. Brad Fleming se convirtió en el verdugo y con 2 tries colocó a su equipo en ventaja.
Después la mayor capacidad física de los hombres de negro hizo el resto. Lomu, Valence y Randle estiraron el marcador hasta hacerlo prácticamente inalcanzable.
El try de Diego Albanese fue el try del honor y el premio a una campaña que si bien terminó en semifinales colocó a Argentina por primera vez en su historia entre los cuatro mejores equipos del mundo de seven. Nada menos.
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La Ciudad
