Año CXXXIV
 Nº 49.011
Rosario,
domingo  28 de
enero de 2001
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Las leyes que imponen los caporales

David Hoyos es un cacique, por más que a principios de este tecnológico siglo esto suene raro, y además, también es el jefe de una tribu muy especial, la comparsa Los Toikas, que participa todos los años de los carnavales de Salta y de Cerrillos.
Sus abuelos eran diaguitas y desde pequeño se alimentó de la inmensidad de la montaña y de sus tradiciones, mientras sus padres y hermanos participaban también de esta fiesta ancestral que es el carnaval.
Un cacique de una comparsa es un jefe que "organiza e impone disciplina, porque ante todo hay que ser una persona muy disciplinada, sino esto no sirve; y para nosotros es bien sencillo ser disciplinados", afirma Hoyos con una autoridad que nadie quiere discutirle demasiado.
El cacique explica sus funciones en el taller de la comparsa, donde los integrantes arman sus máscaras y tocados, algunos con cabezas de jabalíes e iguanas embalsamadas, como la de su brujo; otras con adornos de papel maché que remiten a hechos recientes, como el hallazgo de nuevas momias indígenas, que ellos consideran sus antepasados directos y que, por esa razón, no ven con buenos ojos que los científicos las trasladen de sus emplazamientos primitivos, es decir, las cordilleras que les sirvieron de tumba.
La función específica del cacique dentro de la comparsa sería la de un director, que marca los pasos y el ritmo de los bailes desde su caja, pero para David, es mucho más que eso, ya que un cacique debe también aconsejar para la vida.

"Hay muchachos descalibrados"
"Hay algunos muchachos que por ahí son descalibrados, y sin embargo llegan acá y a partir de las conversaciones que tienen conmigo, en las que trato de aconsejarlos, de llevarlos por el buen camino y que cumplan con el reglamento de la comparsa, que va a ser lo mejor para ellos, se encarrilan", recalca el cacique.
En esta comparsa tradicional, que desciende de los festejos carnavaleros de las antiguas tribus, los reglamentos se deben respetar a rajatabla, de lo contrario, el castigo es inevitablemente la expulsión del grupo.
Hoyos lo explica de esta manera. "Si algún integrante hace alguna cosa que a mí no me guste, se va de la comparsa; si algún integrante desfila ebrio o no tiene conducta, si no tiene disciplina, si no es correcto en sus palabras, si no es respetuoso con las mujeres, no merece ser integrante de Los Toikas".
Con orgullo, David dice que Los Toikas es reconocida en Salta como una de las comparsas más organizadas, y no miente.
Hasta la madrugada se lo verá en el corsódromo de Cerrillos, al frente de 200 personas, con su caja al hombro y su traje de raso amarillo y negro, dirigiendo a su gente que danzará feliz en el carnaval.


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