Año CXXXIV
 Nº 49.011
Rosario,
domingo  28 de
enero de 2001
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En Los Cerrillos, los "brujos" y los "diablos" recuerdan la mitología popular
Los salteños despuntan el carnaval con sus típicas comparsas indígenas
Una fiesta "auténticamente argentina" que rescata el legado de la cultura diaguita

Con sus típicos caporales y comparsas indígenas, sus coloridas carrozas y máscaras espectaculares, el pueblo salteño de Cerrillos vive su segundo fin de semana de carnaval. Ubicada unos 14 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Salta, Cerrillos celebrará a Orfeo hasta el 4 de febrero, con 25 agrupaciones que llenan de color cada noche los 600 metros de su corsódromo.
En esta ciudad, como en toda Salta, sus habitantes se jactan de celebrar esta fiesta de una manera auténticamente argentina, esto es, sin las influencias del cercano sur boliviano, sino solamente tomando como máxima referencia la cultura diaguita, tribu habitante precolombina de los valles Calchaquíes.
Alrededor de dos mil personas de todas las edades, bailarán al compás de las cajas y la música popular hasta entrada la madrugada y ante un público estimado en 10 mil personas, por cada noche de carnaval, una cantidad importante, si se tiene en cuenta que en Cerrillos viven unos 12 mil habitantes.
La entrada para disfrutar del corso vale sólo un peso para los mayores de diez años y su intendenta, la ingeniera agrónoma Clelia Guzmán, considera que estos valores son correctos "porque este es un corso familiar, y creemos que debe ser una verdadera fiesta popular".

Una extensa recorrida
La característica principal de los carnavales salteños es que sus comparsas recorren todos los pueblos de la zona, incluida la ciudad de Salta, para culminar en la ciudad de Rosario de Lerma con la ceremonia del entierro del diablo, lo que ocurre recién en marzo.
El colorido de los enormes gorros y los vistosos trajes de los caporales -capataces de minas en el antiguo Potosí, que rememoran el sufrimiento de los esclavos- y la delicadeza de sus mujeres, compartirán pasarela con las comparsas indígenas y los jóvenes que festejan el carnaval organizando murgas, conjuntos humorísticos o agrupaciones barriales.
Los caporales bailan enfundados en pantalones de raso con botas altas, pobladas de cascabeles, para imitar el ruido de los grilletes que producían los esclavos mineros al caminar.
En tanto, las mujeres bailan con gráciles movimientos, vestidas con coloridas minifaldas y bombines típicos, haciendo sonar sus cajas y panderetas.
En cambio, las comparsas indígenas -sus exponentes más tradicionales son las comparsas Los Toikas, Imperio Maya y Los Kiobas- son grupos que se caracterizan por sus enormes máscaras y sus disfraces de brujos y diablos, para cuya confección emplean diversas pieles y cabezas de animales embalsamadas.
La alegría que inunda las noches se completa con la llegada de los grupos de jóvenes, que alejados un tanto de la tradición, pero sin perder nunca la ironía, eligen algún tema de actualidad y se disfrazan en consecuencia.
También hay conjuntos humorísticos infantiles: los niños se disfrazan de personajes de dibujos animados y desfilan para deleite de grandes y chicos.
Los corsos de Cerrillos, que se iniciaron el pasado 13 de enero, tienen una historia centenaria que sus comparsas, agrupaciones y murgas intentarán mantener muy en alto este fin de semana y los venideros, de acuerdo a la tradición popular.



Carrozas y máscaras espectaculares en Salta.
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