Año CXXXIV
 Nº 49.011
Rosario,
domingo  28 de
enero de 2001
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"El cine quema", una biografía exhaustiva de Raymundo Gleyzer
Un libro de Fernando Peña y Carlos Vallina rescata del olvido y la censura al cineasta desaparecido en 1976

Raymundo Gleyzer fue fotógrafo, cameraman, periodista, pero sobre todo un cineasta de gran sensibilidad artística y social que, convencido de la necesidad de revolucionar la sociedad, concebía al cine como una herramienta de comunicación política. Por hacer películas "de mensaje subversivo" (con 7 cortometrajes y 2 largos realizados entre 1963 y 1974) y adherir al Partido Revolucionario de los Trabajadores, fue secuestrado, torturado y luego desaparecido. Figura en el libro Nunca Más como periodista -por su profesión de cameraman documentalista en los inicios de Telenoche- pero la verdad se cifra en lo que recuerda Eduardo Galeano: "había hecho películas imperdonables".
Este libro pequeño es de un gran valor. Según declaran en la introducción, los autores se proponen concretar un acercamiento informativo y analítico de la filmografía de Gleyzer (oscurecida hoy por las mismas nubes de hace 20 años) y además rescatar la memoria inscripta por el paso impetuoso del cineasta politizado en sus familiares y amistades. Pero estas 260 páginas abren otras posibilidades: de reconstrucción histórica, social y personal, de replanteos teóricos políticos y cinematográficos, y algunas otras imaginaciones.
El libro se abre con la construcción biográfica dada por el entrelazamiento cronológico de una treintena de testimonios de la familia de Gleyzer, de sus amigos y de sus compañeros de Cine De La Base: desde la madre a Lautaro Murúa, desde su esposa y sonidista hasta el progresista liberal estadounidense que produjo sus largometrajes. En este capítulo, cuerpo vivo y más copioso del libro, se pueden entrever aspectos de la intimidad de Gleyzer: sus relaciones familiares y amorosas, sus trabajos desde los 13 años para sostener a la familia, su precoz oficio de "fotógrafo social" sin estudio ni pose. Están allí sus proyectos y correspondencia, las narraciones de rodajes y una diversidad de elementos que permiten al lector componer una (su) imagen del biografiado, y producen la extraña sensación de penetrar con naturalidad en la vida de un mito subterráneo por subversivo. Una forma de reconstruir una historia dentro de la Historia que implica los recuerdos, las opiniones, las visiones y pareceres de todos los entrevistados.
Peña/Vallina se mantienen fieles al rigor descriptivo, reconstruyendo para que lo reconstruído hable por sí mismo. De hecho, este capítulo también contiene el momento más vívido e impactante, la coordinación de fragmentos testimoniales que narran los momentos previos al secuestro, en una escalada de gran tensión y angustia creciente, que permite percibir la proximidad destructiva del terrorismo estatal rodeando la imprudencia de Gleyzer y la desesperada preocupación de sus compañeros porque se fuera del país. Queda claro que lejos de una guerra, la de esos años fue una verdadera cacería.
El capítulo siguiente, "Una Obra", contiene en primer lugar una recomposición genérica de la filmografía de Gleyzer, ubicada en el marco del cine militante de la época, a pesar de la clara distancia que el autor mismo y las definiciones políticas pusieron con los cineastas peronistas del Grupo Cine Liberación. Allí se delinea también el perfil de Gleyzer en relación a su búsqueda cinematográfica: "la evidente sagacidad de Gleyzer a la hora de diagnosticar un problema, de anticipar un conflicto tomándole el pulso a la realidad con su cámara. Gleyzer fue una rara combinación de cineasta, periodista de investigación, y militante político, todo en un solo hombre (...) Para él cambiar la vida era cambiar el cine". El capítulo abunda en detalles históricos, deducciones metodológicas y valoraciones cinematográficas.
En el apartado "filmografía comentada" se ofrecen análisis críticos y fichas técnicas de cada una de sus películas. Una reconstrucción trabajosa pues las películas llevaban sólo el crédito del colectivo Cine de la Base (un grupo cultural autónomo, políticamente ligado al PRT-ERP, de elaboración y exhibición de películas en general clandestinas).
Con este bloque queda clara no sólo la alta calificación que los autores cinéfilos tienen de los films dirigidos por Gleyzer, sino también que la iniciativa del libro fue paralela a la de recuperar y volver a exhibir toda la filmografía de Cine de la Base. Valor adyacente al libro, pero que lo completa al rescatar esa obra del agujero negro de la represión y la censura, del intento de exterminio definitivo.
Que Peña y Vallina se refieran a la última realización que dirigió Gleyzer como "oxigenante, en las antípodas del eclecticismo formalista del posmodernismo", insinúa el punto de vista de los autores, así como la decisión básica de escribir sobre un ícono en las sombras de la historia oficial. Y que la vida y la obra de Gleyzer sea el eje biográfico del libro, permite ubicar tal referente en las antípodas también de un presente culturalmente lavado, políticamente correcto, que muestra las consecuencias ideológico-culturales del proceso de degradación iniciado en los últimos años del gobierno de Isabel Perón, profundizado con todas las fuerzas de la reacción durante el gobierno militar, y sostenido hasta nuestros días.
Justamente este caso demuestra desde el cine, la coherencia política mantenida en la sucesión de dictadura militar y democracia electoral. Así como se continuó y acentuó la misma desgracia económica; así como se liberó/absolvió a los miles de asesinos y torturadores del operativo de exterminio; se extendió también el proceso de limpieza ideológica. Las ideas y obras de los que se oponían al sistema -que por eso fueron perseguidos, desaparecidos, expulsados- debían ser olvidadas, ignoradas. Blanqueo ideológico y cultural bajo amenaza de represión. El temor debía ser el color natural de la memoria.
Gleyzer tenía una relación natural con el cine, mucho oficio y capacidad de ejecución (Glauber Rocha: "una idea en la cabeza, y una cámara en la mano"). Y es indispensable ubicarnos como lectores en la concepción de vida elegida en ese momento histórico, que determinaba la utilización del cine como herramienta política ("para concientizar, concientizar, concientizar").
Para Gleyzer y todo el Cine de la Base, los films rodados, exhibidos y conversados con los trabajadores en sus barrios, podían servir como puente entre la voz -el discurso político- y el oído, la vista: las necesidades de la clase oprimida. Por eso el último trabajo ("Me matan si no trabajo, y si trabajo me matan") es el que mejor representa "la imagen" que tengo de Gleyzer luego de terminado el libro y vistas las películas. Si insisto en remarcar mi visión personal es por la sensación que queda como saldo de la estructura de este libro, que se aleja lo suficiente de la investigación periodística como del afán meramente compilador, para decantar como un informal y consistente relato.
Ese carácter es indiscutible en la organización de testimonios, que ilumina con continuidad, el conocimiento discontinuo, entre luces y sombras, de la vida y obra de Gleyzer. Un artista simple, sin cortapisas intelectuales, pero dueño de una gran plasticidad narrativa audiovisual, que intentaba utilizar el cine como sus camaradas del PRT-ERP las armas. Le costaba ser clandestino con tanto ímpetu por comunicar, por conectar a los que tenían que hacer la revolución con los que querían hacerla.
Peña y Vallina no quisieron abarcar más de lo que tenían, y esa actitud fue saludable para el libro. Lo es también encarar su lectura como una discusión histórica abierta, instalando los elementos y posiciones en juego, en esa perspectiva. Y tratar de ver que quedó parado sobre sus pies desde entonces. Más allá de coincidir o no -como es mi caso- con la política de los ejércitos guerrilleros, esta obra demuestra que la mano cinematográfica, el ojo sensible de Gleyzer (fue el primero en filmar en Malvinas y en Chiapas), no sólo eran peligrosos para el sistema, subversivas, sino que eran los de un artista.



Gleyzer captó imágenes de inusual intensidad.
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