Año CXXXIV
 Nº 49.011
Rosario,
domingo  28 de
enero de 2001
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Con la música en la sangre

Giuseppe Fortunino Francesco Verdi nació el 10 de octubre de 1813 en Roncole di Busseto, cerca de Parma. Su padre, pobre e inculto, era dueño de una taberna y una tienda de comestibles. Pero él nació con la música en la sangre. A la edad de siete años ayudaba al organista de su aldea. Antonio Barezzi, un comerciante local amante de la música, lo alentó y lo promovió. Su hija Margherita se convirtió en su esposa en 1836. Tras la muerte prematura de ésta, encontró en 1841 a la cantante Giuseppina Strepponi, quien sería el amor de su vida. Con "Peppina" adquirió Verdi en 1850 la granja Sant'Agata, cercana a su aldea de nacimiento. Durante diez años vivió la pareja sin casarse, "un escándalo" para la época. "Necesito mi libertad de acción, porque todos los hombres tienen derecho a ella, y mi naturaleza rebelde me prohibe dejar que otros me determinen", escribió Verdi.
Sus contemporáneos lo describen como un carácter tímido con tendencia hipocondríaca. Se dejó crecer una barba impresionante para cultivar su imagen de latifundista, a quien, pese a su escasa cultura, sólo su genio había convertido en músico. Hizo construír en Milán un asilo de anciano para músicos.
Viajó mucho, acompañado por Giuseppina. Sus cartas en sus períodos de separación estaban impregnadas de poesía: "Te deseo una noche tranquila y un cielo azul para mañana". Giuseppina falleció en 1897. Sus restos fueron depositados en 1901 junto a Verdi en una tumba común.



Un busto del inolvidable compositor.
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