Los aficionados a la música clásica recordaron ayer el centenario de la muerte de Giuseppe Verdi, el compositor de ópera más popular de Italia, con presentaciones de su solemne "Requiem" en diversos escenarios, desde Milán hasta Nueva York. En Italia, sumaron más de mil las representaciones en los teatros más importantes de la península. El autor de "Aída", "Rigoletto" y tantas otras óperas murió aquí el 27 de enero del año 1901, a los 87 años de edad, tras haber padecido un derrame cerebral que mantuvo a sus admiradores entre el temor y la esperanza durante seis días.
Un cortejo de 300 mil dolientes acompañó a su ataúd por las calles de Milán, muchos de ellos cantando "Va pensiero", el coro de los judíos de "Nabucco" que todavía hoy muchos italianos quisieran tener como himno nacional.
Verdi "tenía una visión que trascendía al hombre", dijo Riccardo Muti, director de la orquesta del prestigioso teatro Alla Scala, que dirigió una de las presentaciones del "Requiem".
"Siempreterminaba sus obras con una voz de salvación, de perdón", escribió Muti en un artículo publicado ayer en la revista Avvenire. "En Verdi siempre suena un acorde de esperanza".
El papa Juan PabloII se sumó a los que rendían tributo a Verdi, y lo calificó de gran compositor.
La orquesta Fruili de Milán tocó composiciones de Verdi durante toda la noche y terminó su programa a las 2.50 de hoy, que fue la hora en que murió el artista, en la habitación 105 del Grand Hotel de Milán.
Millares de aficionados se congregaron durante la noche frente al hotel, muchos de ellos con cirios encendidos.
Unhogar para cantantes de ópera jubilados, conocido como la Casa del Reposo, puso en cada ventana un retrato de Verdi. El hogar fue construido con las regalías de las óperas de Verdi, y aún hoy día se mantiene gracias a esos derechos.
El compositor italiano dejó tras de sí una obra que marcó su época: más de 30 óperas y versiones adaptadas.
"Verdi es un gigante de la ópera italiana y lo será siempre", dice el tenor ciego italiano Andrea Bocelli. "Sus arias pasan todas las fronteras".
La consagración con "Nabucco"
Tenía 29 años cuando se consagró con "Nabucco". El éxito de su estreno, en 1842, en La Scala de Milán, le abrió todas las puertas en Europa. En realidad él nunca quiso componer esa ópera, pues ya en 1840 pasaba por una profunda crisis vital: uno tras otro habían muerto sus dos hijos y su esposa Margherita. "Fueron los peores golpes de mi vida", recordaba más tarde en una carta.
En aquellos días, el empresario de La Scala, Bartolomeo Merelli, puso el manuscrito de un libreto en las manos del joven músico que éste, iracundo, lanzó sobre la mesa. Su mirada cayó por casualidad en unas líneas del manuscrito: "Va pensiero, sull' ali dorate" ("Vuela, pensamiento, sobre alas doradas").
"Quedé profundamente impresionado. Leí el poema no una, sino dos, tres veces, tanto, que a la mañana siguiente lo tenía desde el comienzo hasta el final grabado en el corazón", contaba más tarde.
"Va pensiero" se convirtió en el siglo 19 en la canción del Risorgimento, el movimiento por la unidad italiana, y pasó a ser el verdadero himno nacional de Italia.
"Viva Verdi", gritaban las masas, pero con ello no pretendían aclamar al compositor, sino manifestar su adhesión a la unidad del país. Convertido en figura símbolo del patriotismo italiano, Verdi fue incluso por breve tiempo miembro del Parlamento en Roma.
Tras "Nabucco" siguieron los contratos uno tras otro. Creó obras monumentales con gigantescas escenas corales, se presentó en Londres, París, El Cairo y St.Petersburgo. "Años de galera", decía, refiriéndose a los años 40, con grandes triunfos y más de algún espectacular fracaso. Así, señalaba: "Los Lombardos (1843) fue un fiasco grandioso" y añadía: "Los espectadores se rieron a gritos". "Rigoletto", "El Trovador" y "La Traviata" confirmaron en los años 50 su fama mundial. En 1874, tras la muerte de su amigo, el poeta Alessandro Manzoni, concluyó su "Requiem".
Expertos como el director Riccardo Muti lo ven como un innovador en el cual hay todavía mucho que descubrir. "Pomposo y sentimental", califican otros su obra operática. Visto en la perspectiva actual, Verdi tuvo la popularidad de una estrella pop, cuya música llega al corazón del espectador. Numerosas veces reescribió óperas, convencido de que también un fracaso puede ser útil.