Año CXXXIV
 Nº 49.005
Rosario,
lunes  22 de
enero de 2001
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Clásica violencia
Boca ganaba 1 a 0 cuando se suspendió el partido

Boca Juniors le ganaba anoche a River Plate 1 a 0 el primer superclásico del siglo, pero se suspendió cuando faltaban 11 minutos y el ambiente se había tornado por demás enrarecido.
Tras la caída de butacas sobre el campo de juego y en un marco de una gran inseguridad, el árbitro Héctor Baldasi optó por mandar a los jugadores definitivamente hacia los vestuarios.
Fue el broche lamentable para un clásico accidentado y que en algún momento hizo temer un desenlace todavía más traumático.
El gol que le dio la victoria a Boca en este clásico de verano lo consiguió Antonio Barijho, a los 19 minutos del segundo tiempo, habilitado por un taco perfecto de Juan Román Riquelme y favorecido por un error de la defensa de River al intentar dejar al artillero en posición adelantada.
El primer tiempo en los estrictamente futbolístico tuvo un antes y un después de los graves incidentes ocurridos en la cabecera ocupada por el público de River (intento de la policía de retirar una bandera de tamaño superior al permitido, reacción violenta de los hinchas, represión, gases lacrimógenos, balas de gomas, corridas), por lo que el partido fue suspendido durante un cuarto de hora.
El partido empezó con mucha dureza, por momentos sin ningún tipo de miramientos.
Se armaron tres parejitas que tuvieron encontronazos permanentes, Pedro Sarabia con Barijho, Leonardo Astrada con Riquelme y Mauricio Serna con Pablo Aimar, lo que determinó que hubiera muy poco fútbol, casi nada.
Esa característica del partido pareció contagiarse en las tribunas, en especial en la de River.
Hasta el momento de la primera suspensión, Boca había trabajado un poquito mejor en líneas generales y River no había sabido aprovechar la ventaja que sacó Ariel Ortega por el sector derecho, donde le ganó constantemente a Clemente Rodríguez. Después, y en forma inexplicable, el jujeño cambió de posición.
Hubo un par de situaciones para los dos, pero no alcanzó para justificar la expectativa que había generado en los más de 30 mil personas que se dieron cita en el estadio mundialista.
Cuando se reanudó el juego los dos conjuntos salieron un poco más cautelosos, tranquilos, pero la producción de ninguna manera alcanzó para compensar el déficit.
El partido se terminó de armar después de los 15 minutos del segundo capítulo cuando apareció Riquelme, Marcelo Delgado se asoció mejor con el armador y Barijho se mostró más activo que en la primera mitad.
Esos fueron los factores decisivos para que Boca superara a su archirrival.
River, en cambio, se mostró impotente y dio la impresión de que a sus jugadores les faltó mantener la cabeza fría para poder resolver.
A partir del gol de Barijho a Boca lo llamaron a su juego, es decir tener la pelota y especular con la desesperación del oponente.
Llamativamente River no aportó lo que se esperaba para hacer más oportuno su ataque.
Obviamente se le hizo todo más difícil a River con diez jugadores (por expulsión de Zapata) y Boca supo controlarlo.



Anoche hubo violencia dentro y fuera del campo de juego.
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