Año CXXXIV
 Nº 49.005
Rosario,
lunes  22 de
enero de 2001
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Verano 2001. Anécdotas y operativos a bordo del guardacostas 154
Controlar y prevenir, la misión de los "guardianes del Paraná"
Cuatro hombres de Prefectura y un médico del Sies integran la tripulación de una de las tres naves que patrullan el río

Diego Veiga

Uno de los suboficiales cebó un tereré e invitó con gusto. Minutos después, la proa del guardacostas 154 apuntó hacia el norte y partió con rumbo seguro. Eran las tres de la tarde de un domingo a pleno sol y la Prefectura Naval Argentina comenzó uno de los tantos patrullajes de "control y prevención" por el río rosarino. Ayer, La Capital también formó parte de la tripulación y por más de tres horas pudo conocer de cerca cómo es el trabajo de los guardianes del Paraná.
Las manos expertas del ayudante de segunda Jorge Castro se apoderaron del timón y lo condujeron con rumbo seguro. A su lado, el oficial auxiliar Antonio Cardozo, la máxima autoridad a bordo del guardacostas, tomó los binoculares y comenzó a patrullar el río. Afuera, en tanto, y caminando con experiencia por el borde de la embarcación, se ubicó el cabo segundo Ariel Chaparro. La tarea quizás más fashion le tocó al cabo primero Claudio Ciccone, quien se encargó de pilotear la moto de agua que "sirve de refuerzo" al guardacostas. A esta tripulación se sumó un médico del Sies, quien también forma parte del elenco estable del guardacostas.
A excepción de Castro, que ya suma "veinte años" en las filas de la Prefectura, el resto del grupo tiene un promedio de edad que oscila los 23 años. Es por esto que la experiencia del suboficial resaltó a las claras y lo convirtió en el hombre que más anécdotas sacó a relucir mientras duró el patrullaje.
"Una vez llamé desde el guardacostas a una piragua porque no tenían puesto el salvavidas. En vez de escucharme, se fueron remando como locos para la isla. Me dio tanta bronca que me tiré al río y los seguí a nado hasta que los agarré", recordó ayer.
Lo cierto es que los prefectos no dudaron en catalogar a los tripulantes de kayacs y piraguas como "los más imprudentes. Son de lo peor y la mayoría no está en regla", señaló Cardozo.
Ayer, el periplo del guardacostas 154 comenzó en el muelle que se alza a la orilla de los galpones del Centro de Expresiones Contemporáneas. Desde allí, la nave se dirigió hacia el sector de la Rambla Catalunya y La Florida y patrulló de cerca toda la actividad de los paradores Club del Este, Bahía Caimán, Chaná e isla Bonita, que hacia las cuatro de la tarde fueron visitados por cientos de rosarinos.
"La Prefectura Rosario tiene tres guardacostas que patrullan el río por sectores. Uno navega por la zona sur y el banquito, el otro por todo el sector entre La Fluvial y la zona norte, y el último todo el área de La Florida y el Paraná viejo", explicó Cardozo.
Su relato se interrumpió por una conversación radial. Castro advirtió que unos chicos jugaban peligrosamente sobre el casco de un viejo arenero amarrado en uno de los paradores y no dudó en avisar a los responsables del balneario.
Minutos más tarde, Ciccone hizo alarde de su experiencia para pilotear la moto de agua y se encargó de capturar presuntos infractores que fueron controlados en el guardacostas.
Fue una tarde de "prevención y control" vivida junto a quienes tienen a su cargo proteger y cuidar a los rosarinos en el río. Hoy, los guardianes del Paraná volverán a surcar las aguas.



El guardacostas 154 controla la actividad en ambas orillas.
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