Año CXXXIV
 Nº 49.004
Rosario,
domingo  21 de
enero de 2001
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Tres denuncias distintas y una maniobra idéntica
Las causas que investiga la Justicia difieren en sus detalles pero coinciden en el método delictivo

Entre las denuncias de estafas con documentos de identidad robados, se encuentran los siguientes casos:
El 14 de enero de 1999, Andrés Bernardo Granero, un comerciante de Casilda de 68 años, denunció haber sido víctima de una estafa por una persona que utilizó su DNI, cuya renovación había solicitado en 1992 sin que el documento llegara jamás a sus manos. Entre las adquisiciones hechas a nombre del damnificado había una casa en la ciudad de La Plata. Granero se enteró de su situación cuando le informaron en un banco que sobre él pesaba una inhibición de cinco años por emitir cheques sin fondos.
El 24 de septiembre del año pasado, Laura Beatriz Rondano, de 54 años, denunció que Rosa Isabel Hernández (posteriormente detenida) había comprado un DNI falso a su nombre y conseguido una copia de la escritura de su casa. Con esa documentación, la impostora realizó una seguidilla de trámites bancarios y financieros.
Entre otras irregularidades, Rondano descubrió que la impostora había sacado un crédito en Provencred para comprar electrodomésticos por tres mil pesos y por otra parte salió como garante en el alquiler de una vivienda, cuyos inquilinos dejaron una deuda. A la vez, la mujer recibió reclamos del dueño de un corralón -había recibido cheques sin fondos a su nombre- y advirtió que en el Banco del Suquía habían usado sus datos para gestionar un préstamo y una tarjeta de crédito. Los mismos movimientos se advierten en el caso denunciado por Marta Mabel Lambri (ver nota principal).
El 8 de octubre del año pasado, María Catalina Igich dijo que recibía una serie de reclamos después de que le sustrajeran su DNI, en 1998. Con ese documento y sin cambiarle la foto, una impostora abrió una cuenta corriente bancaria y emitió cheques a su nombre que nunca fueron cubiertos. Además, sacó una tarjeta de crédito, efectuó compras en cuotas sin pagar nunca las correspondientes liquidaciones y hasta habría comprado un chalé en Fisherton.
"En enero de 1999 -relató Igich a este diario- me llamó por teléfono el dueño de una estación de servicios de la localidad de Piamonte para reclamarme por un cheque de mil pesos que no tenía fondos". La mujer, de ocupación enfermera, fue inhibida por el término de cinco años por la Cámara de Crédito Comercial.


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