A los ediles sanlorencinos les cuesta ponerse de acuerdo aún cuando piensan parecido. Muestra de ello es la rebaja de dietas anunciada con bombos y platillos el año pasado y que nunca se aprobó: los radicales proponían bajarlas a la mitad; los peronistas trabajar gratis. Pero el tema quedó cajoneado.
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