Un creciente interés en las cuestiones del delito, la justicia penal, las prisiones y la policía parece marcar nuevas direcciones en el estudio de la historia argentina. No por una simple atracción hacia aspectos curiosos sino con la sospecha de que en esos márgenes pueden encontrarse algunas claves del funcionamiento y las características de la sociedad argentina y, con seguridad, la vida de sectores de la población poco considerados hasta ahora. En esa perspectiva se inscribe "Historias de sangre, locura y amor", una recopilación de estudios de jóvenes historiadores de la provincia de Neuquén.
El libro, compilado por María Beatriz Gentile, Gabriel Rafart y Ernesto Bohoslavsky, surgió a partir del rescate y la revisión de más de 30 mil expedientes judiciales y fue escrito por miembros del Grupo de Estudios de Historia Social (Gehiso) de la Universidad Nacional del Comahue. El material fue el punto de partida de la formación del Archivo de la Justicia Letrada del Territorio del Neuquén.
Las "Historias de sangre, locura y amor", de reciente distribución en librerías de Rosario, están ordenadas en tres secciones: "Matar o morir", sobre cuestiones relacionados con asesinatos, robos en banda y suicidios; "Los cuerpos del delito", que "engloba temas que muestran el rudo proceso de enfrentamiento entre el creciente aparato jurídico-policial y ciertos sectores sociales, a quienes se considera indeseables"; y "Cargos públicos, negocios privados", en torno a causas donde la delincuencia se anuda con la política.
Según explican Diego Suárez y Carla Bertello, dos de los integrantes del Gehiso y autores de estudios publicados en el libro, el "descubrimiento" de los expedientes reveló de inmediato "una fuente riquísima de información, sobre todo para construir la historia de sectores olvidados".
En esa perspectiva, dice Suárez, "una causa policial aparece como la punta de ovillo de una trama social que nos abre un panorama sobre la vida de los sectores sociales pobres, o de clases bajas, que no está documentada en otras partes". Así, "surgió la idea de hacer un libro de historia que enfocara estos personajes y no a los supuestos grandes hombres, a los políticos o los promocionados como primeros pobladores de la Patagonia".
Por otra parte, "el objetivo fue hacer un libro que no fuera para pares. Estamos acostumbrados a escribir para colegas. Nos propusimos una escritura que pudiera ser entendida y disfrutada más allá del ámbito académico".
Miradas enfrentadas
El sur argentino está revestido de ciertos contornos míticos, en particular por la actuación de algunos bandidos legendarios. "En el caso de Neuquén -dice Bertello- lo particular fue que tuvo una frontera muy abierta con Chile. Eso funcionaba, de un lado y del otro, como vía de escape de la ley. Había un tránsito muy intenso, que también se daba con el contrabando de mercancías y con el delito".
Además, se plantea la cuestión de que "el Estado, dada su debilidad, necesita imponerse con más presencia e intenta imponer normas de moral y conducta que no son aceptadas por la comunidad y hacer efectiva la ley en un territorio que se resiste, lo que se verifica en el tema del enrolamiento o de la nacionalización de la población, que en su mayoría era extranjera y sobre todo chilena".
"El proyecto de país a principios de siglo está concentrado en la pampa húmeda -interviene Suárez-. Como el resto del país que no encajaba en ese proyecto, Neuquén queda un poco librado a su suerte. Entonces todas las políticas para absorber el impacto inmigratorio se producen de una manera más diluída, porque allá el inmigrante fuerte no es el europeo sino el chileno. Más aún podría decirse que el inmigrante es el Estado, que llega a un lugar donde ya están los chilenos y que trata de uniformar un territorio".
Una de las particularidades en la trama que componen delincuencia y sociedad en el territorio de Neuquén "es que el Ejército argentino es el que organiza la prostitución. Los gendarmes ocupan los puestos de frontera y ellos aparecen como los encargados de abrir prostíbulos para su gente, los que otorgan permisos y controlan su funcionamiento; y son los médicos militares los que supervisan a las prostitutas".
El material considerado en la investigación aparece en definitiva como una bisagra para examinar la trama social de principios de siglo. Según se consigna en la presentación del libro, "las fuentes judiciales nos permiten reconstruir detalladamente las historias de los silenciados, de sus formas de vida y sus aspiraciones más íntimas. Pero asimismo nos brindan la posibilidad de reconstruir la historia de las miradas que sobre estos sectores desplegaron las élites locales".