Año CXXXIV
 Nº 49.004
Rosario,
domingo  21 de
enero de 2001
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Toda la carne al asador
Boca y River juegan en la Feliz con todo su potencial

Boca y River jugarán hoy el primer superclásico del milenio, en la ciudad de Mar del Plata, ambos equipos con todos sus titulares confirmados y con el entrenador del club de Núñez, Américo Rubén Gallego, sentado en el banco de suplentes, luego de su problema de salud, en la ciudad de Mendoza, a causa del estrés.
El partido, que será el primero de los tres superclásicos del verano, se jugará en el estadio José María Minella, de la ciudad de Mar de Plata, a partir de las 22.10, y el árbitro será el internacional Héctor Baldassi.
El superclásico será el primer partido del verano que muestre en la cancha a los dos equipos con todos sus titulares, pero los hechos extrafutbolísticos, como la violencia y la situación de Gallego, en estos tiempos son más fuertes que el talento y la creatividad de jugadores como Juan Román Riquelme o Javier Saviola, por sólo nombrar a dos.
Cuando hoy, pocos minutos antes de las 22.10, salgan los dos equipos a la cancha, los flashes y las cámaras de televisión no apuntarán a los verdaderos protagonistas, los jugadores, sino que "la estrella" en ese momento será el entrenador de River, Américo Rubén Gallego.
Aunque los dirigentes de River, con su presidente David Pintado a la cabeza lo desmientan, no salir ileso de los tres clásicos del verano con Boca significaría la ida de Gallego de su cargo.
Como el técnico lo sabe, el estrés pudo más y el cuerpo no aguantó. El miércoles pasado, en Mendoza enfrentando a Racing, Gallego se sentó en el banco de suplentes y a los diez minutos se tuvo que ir, aturdido por la realidad.
La pregunta es: ¿hasta dónde aguantará Gallego una derrota con Boca? Parece, de alguna manera, una película de ciencia ficción, porque sólo en ese estilo se podría escribir y justificar un guión en el cual un entrenador corre riesgo, no sólo su trabajo sino que también su salud, por un partido amistoso de verano.
Pero la realidad supera la ficción, basta con recordar que el año pasado, después de un clásico, justamente en Mar del Plata, Ramón Díaz por perder River con los juveniles de Boca tuvo que abandonar la entidad de Núñez y recluirse en alguno de sus campos en Entre Ríos durante varios meses.
La magia de Aimar o la gambeta de Ariel Ortega parecen ser las principales armas de Gallego para salir ileso del primer superclásico, pero el problema es que antes de empezar a jugarlo llegó herido.
Por el lado de Boca todo es tranquilidad. Su entrenador, Carlos Bianchi, dos días antes del partido confirma el equipo y tiene tiempo de desear que Gallego se mejore.
Tal es la diferencia, que lo único que saca de las casillas a Bianchi en la Posada de los Pájaros, en Tandil, son los periodistas cuando le hacen repetir la formación del equipo y no tener confirmada la llegada del ex mediocampista de Rosario Central y primer refuerzo de Boca, Walter Gaitán.
Con un Marcelo Delgado inspirado, es el mejor en todas las prácticas de fútbol, con Riquelme pensando sólo en jugar, analizando como armar el mediocampo y con la decisión de que Antonio Barijho se vista de Martín Palermo, Bianchi pasa sus días en Tandil.
Además, el entrenador se dará el gusto de empezar a ensayar variantes nada más ni nada menos que ante River, porque el tradicional esquema de Boca de tres volantes en línea y un enganche, que tantos éxitos le dio, será modificado por un doble enlace: Riquelme será acompañado en la creación por el juvenil Matías Arce.
Cuando juegan los suplentes las expectativas de observar un buen partido son prácticamente nulas, pero cuando en la cancha están los Riquelme, Saviola, Delgado o Aimar, la esperanza es otra, ya que la cuota de buen fútbol, por lo menos cuando la pelota pase por ellos, está asegurado.
Sin embargo, el poco trabajo previo y que el cuerpo ya comienza a sentir los trabajos de pretemporada, contrastan todo tipo de buenos augurios, aunque está vez, comparado con el resto de los partidos del verano jugados, el envoltorio por lo menos es diferente.
De este modo se presenta la previa de River y Boca. De un lado tranquilidad, del otro estrés. Mientras Bianchi piensa en como va a encarar los torneos que se vienen, Gallego lucha, aunque parezca insólito, por "sobrevivir".



Boca sabe que con Riquelme el fútbol dirá presente.
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Todo River necesitará de un Pablo Aimar inspirado.
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